En 1996 teníamos una enorme
cantidad de FPS en el mercado, casi todos cortados por el mismo patrón y que seguían muy de cerca lo que en su momento id Software había creado con DOOM y su secuela en 1991 y 1993 respectivamente. Las primeras consolas, PSX y Saturn, nos traían los primeros juegos poligonales, aunque en ningún caso eran capaces de mostrar lo que los PC y las primeras aceleradoras gráficas ponían en pantalla. Recordemos que estas tarjetas gráficas aceleradoras eran tarjetas o módulos adicionales que había que comprar aparte de la tarjeta gráfica y que se encargaban exclusivamente de manejar gráficos 3D porque las tarjetas normales no podían, y cuyos precios eran increíblemente elevados con respecto a las tarjetas gráficas normales de la época, (y que no llegaban, ni por asomo a los descomunales precios actuales y ya nos parecían caras). Por ello, a id Software se les consideraba como los maestros del género, y todo el mundo estaba expectante por ver de qué eran capaces con Quake, el salto definitivo del género a las 3D. Y este salto fue enorme, porque a nivel técnico supuso poder ver y jugar con algo que no habíamos visto hasta ese momento, con unos entornos muy intrincados, mucho más de lo que estábamos acostumbrados hasta ese momento, con diferentes niveles, muchas zonas acuáticas, y teletransportes a diferentes zonas del mapa y que era algo realmente complicado con la técnica con la que hasta ese momento se creaban los FPS (recordemos, el antepasado directo del RTX, el raycasting). También a nivel de IA se podía ver una mayor complejidad en el comportamiento de los enemigos, y una mayor variedad de ellos debido a poder usar más memoria de los ordenadores más actuales.
Todo eso es pasado, y como decía anteriormente, lo que ha creado el poder volver a sentir todas esas sensaciones en pleno 2021 ha sido una enorme nostalgia de poder acordarme de cuando jugaba así, cuando disfrutaba de esa complejidad, cuando se me ralentizaba en ciertas zonas porque el ordenador no era lo suficientemente potente, y de cómo veía la versión para Nintendo 64 y el gran trabajo al conseguir poner un juego así para cuatro jugadores en la misma pantalla. Como suele pasar en estos casos, era incluso complicado jugar no solo porque el juego tuviese su dificultad (con tres modos de de dificultad), sino incluso por las ralentizaciones que te hacía complicado ver por dónde te salían los enemigos y por dónde sus balas y ataques. Personalmente
he estado jugando a la versión para Xbox Series X, a 4K y 60FPS (esperando a probarlo a 120 FPS), y la experiencia es muy gratificante, mucho más de lo que lo fue jugar al original o incluso en Nintendo 64, donde la versión era más que digna. Pero, claro, también se le notan y mucho el paso de los años, y en especial, las limitaciones tecnológicas a las que id Software se tuvo que enfrentar a la hora de hacer el juego y que afecta directamente a su jugabilidad. Y no es que sus mecánicas sean malas, ni mucho menos.
El problema es estar tan acostumbrado a jugar a otros juegos de corte similar, que al jugar al primero de todos ellos se nos quede como una experiencia para, casi, novatos. Muy pocos enemigos en pantalla, incluso enfrentamientos contra enormes jefes finales en zonas muy vacías para no recargar más aún la gráfica de la época, disparos enemigos que incluso se pueden esquivar con gran facilidad al verse venir desde casi que salen de las armas enemigas... Son muchos los detalles que nos hacen ver que el juego ha envejecido no demasiado bien, pero aún así, sigue siendo una enorme experiencia, pero especialmente para los más nostálgicos que quieran revivir épocas pasadas.