Shadow of the Colossus - Análisis PlayStation 2

En 2001, un equipo especial de Sony, parte del conglomerado absoluto de SCEI, se apartó de géneros, referencias y tópicos para venir a dar forma a lo fue, y aún hoy sigue siendo, una de las propuestas más personales, especiales y únicas en la historia del videojuego. Así nacía ICO , para muchos jugadores la apuesta más original y artística de PS2, y uno de los mejores juegos de su catálogo.
Ahora, casi 5 años después, el mismo equipo vuelve a plantearse el desarrollo de un juego casi como si de una pintura, una partitura, o tal vez una película se tratase. Una historia, una historia sesgada en jirones de información que estamos ávidos de conocer de forma completa, aunque las píldoras sean tan escasas y el cuadro general, una vez que conocemos el final, no nos acabe de satisfacer por triste, por nostálgico.

?Shadow of the Colossus? es un juego que es un concepto, es un concepto que es una imagen; un deseo, un desafío.
Se aparta de las normas, de las convenciones; de lo estipulado o tenido por fundamental para llevarnos a un mundo hostil, a una misión colosal generada por un simple sentimiento. El amor por nuestra chica caída nos hace robar la espada legendaria y entrar en la tierra prohibida. Derrotar a 16 colosos es el modo de devolver su alma a este mucho. ¿Seremos capaces de superar el reto?

Una vez lo coges no paras. Es intenso mientras dura, y nos proporcionará grandes gestas y recuerdos. Pero no apetece repetir.

Coger el juego es no parar hasta haber derrotado a todos los colosos, uno por uno; y todos ellos preparados en creciente nivel dificultad; aunque, siempre, manteniendo una lógica basada en el pensamiento y no en el capricho, para hacerles morder el polvo.

El desarrollo se presenta así totalmente estudiado, con los diseños del pelaje de los monstruos (el lugar donde podemos sujetarnos a ellos), los escenarios y el modo de destruirlos, perfectamente diseñados para responder a la mecánica oculta que se nos reta a descubrir.
Así, aunque el juego en realidad no es más que una sucesión de malos finales uno detrás de otro, la verdad es que, por lo poco de historia que tenemos, y por lo detallado y hermoso de los escenarios (así como por lo impresionante de los colosos), siempre estaremos a la espera de descubrir el nuevo enemigo; para ver cómo se mueve, para ver qué forma tiene, para comprobar si volveremos a ser capaces de encontrar el ?truco? para acceder a ellos.

Con este simple planteamiento, las alrededor de 12 horas que invertiremos en acabar con todos ellos, se nos pasará volando, en un suspiro. El interés por dar un paso más y pasar al siguiente desafío a menudo nos hará olvidarnos de todo lo ajeno a estas criaturas, incluyendo un elemento básico en el género de aventuras que aquí ha sido obviado: la exploración. Desde que la espada nos indica el lugar donde acudir, buscar a los colosos es sólo seguir el rastro, persiguiendo el camino más corto. Y aunque es totalmente recomendable pararse a disfrutar de los escenarios o de la montura a caballo, al fin y al cabo acaba resultando absolutamente innecesario pues sólo debemos seguir la luz y olvidarnos del resto.

En lo que respecta al factor de volver a repetir, el juego sólo nos ofrece el nivel de dificultad ?difícil? una vez que lo completamos y, desde que podemos repetir enfrentamiento con todo coloso derrotado en cuanto queramos (basta con ir a sus ruinas), no nos será muy divertido, en la mayoría de los casos, volver a pasar por ese trance, por ese ?sufrimiento??
Eso sí, aunque tal vez se trate de un juego de un único viaje, éste es tan intenso y novedoso que no pueden verse como un handicap esas 12 horas tan especiales?

En la parte negativa, debemos hacer especial hincapié en la soledad de los escenarios en cuanto a otros personajes, criaturas y emplazamientos acontece. Aunque el juego no decae en interés o intensidad, es cierto que el hecho de ir matando colosos uno tras otro, sin nexo alguno o trámite entre ellos, nos hace desear habernos podido encontrar con algunas otras ocupaciones, por pequeñas que pudiesen ser.

Todo se dirige a la perfección, con controles simples y precisos. Encarar y hacer caer a los colosos es digno de ser vivido.

Todo el juego es un constante alejamiento de los cánones o estructuras típicos de cualquier referencia que conozcamos, aunque nos movamos en el moldeable género de las aventuras.
Nuestra misión es bien sencilla, aunque al tiempo complicada. Debemos derrotar a 16 colosos, en orden preestablecido (nada de escoger el que más nos guste). Para conseguirlo, tendremos que seguir tres pasos:
A) En el templo de la tierra prohibida, los espíritus nos darán una breve pista sobre dónde encontrar al coloso. Habremos de tomar nuestra montura, el gran y carismático caballo azabache, y pulsar el botón círculo para elevar nuestra espada al cielo y buscar el punto en el que los reflejos del sol coinciden. Allí está el coloso que buscamos.

B) La tierra prohibida es una vasta tierra en la que cabalgar y deleitarse con las vistas, pudiendo parar en cualquier momento y tomarnos el tiempo que nos haga falta; pero lo importante es hallar al coloso siguiendo la señal de la espada, que siempre indica la dirección correcta (si estamos en un lugar abierto en el que alumbre el sol)
C) Una vez encontrado el coloso en cuestión, y tras sorprendernos con sus exquisitos diseños y sus impresionantes detalles, llegará el momento de quebrarnos la cabeza para descubrir el modo adecuado de subirnos a ellos.
Y es que aquí es donde reside el alma del juego. Cada coloso es diferente en forma, escenario, movimientos y comportamiento, pero el nexo común para destruirlos es tenernos que montar (y escalar) sobre ellos para atacarles con la espada repetidamente en los azules círculos brillantes (sus puntos débiles) . Encontrar la forma de acceder a ellos es siempre una prueba lógica, que no necesita más que nuestro ingenio para ser resuelta. Ingenio y paciencia. Pero si se nos resiste y el tiempo se alarga, dos pistas nos llegaran de los espíritus del templo (normalmente nos despejan el camino).
D) Ya estamos sobre el coloso, ahora es el momento de buscar sus puntos débiles teniendo cuidado de sujetarnos para no caer. Para ello, habremos de asegurarnos de acceder a toda parte de ellos que conste de pelaje, pues sólo en estas zonas podremos quedar colgados o sujetos, pulsando y manteniendo el botón R1. Los monstruos no se quedarán impasibles a nuestros avances, por lo que debemos intentar movernos con rapidez para lograr nuestro objetivo antes de que se agote el círculo de resistencia.

Es un trabajo arduo y fascinante, pero una vez que el coloso cae, el mundo entero cobrará sentido para nosotros.

Así, la sensación de descubrir a los colosos y derrotarlos es fascinante, y en redacción ha causado tal furor que no dudamos en recomendarlo encarecidamente.
Por lo demás, el personaje responde perfectamente bien a nuestros comandos, con un interfaz perfectamente estudiado; pudiendo además contar con la ayuda del caballo (imprescindible) y del arco, que nos proporciona ataques a distancia (o simplemente llamar la atención de los colosos a nuestra posición).

La propuesta es tan buena como original. Sin tiempo, sin ítems, sin niveles ni mejoras. Con el caballo, los prados, el arco y? Los colosos

El juego entero, desde la secuencia inicial a la final, es una lección de originalidad en todos los sentidos. Da gusto encontrarte con una apuesta tan fresca, tan personal, tan sincera como esta.

Nos sumerge desde el primer momento en un mundo, una ambientación y unas reglas, a las que nos adaptaremos con gusto y gran deleite. A saber:

El tiempo no importa. No tenemos límite alguno para eliminar a cada coloso, y desde luego, no nos quedamos atrapados en sus dominios una vez que los encontramos. Al contrario. Podemos hallar un coloso cuando queramos, pudiendo invertir horas en cabalgar de un lado a otro sin reparar en ellos. Cazando salamandras, subiendo a los árboles, nadando en los ríos o lagos. No importa; el tiempo es nuestro y disponemos de tantos minutos como queramos para abordar a los colosos, o pensar cómo destruirlos, o simplemente observarlos. Nada nos acucia, nada. La noche no llega y el tiempo no pasa.
Por otra parte, tampoco contamos con ítems algunos que buscar; ninguno. No hay que mejorar las armas, ni encontrar escudo alguno, o capsulas de vida ni nada que se le parezca. Nuestro caballo, nuestra espada y nuestro arco. No necesitamos nada más y ninguno de estos elementos requiere mejora o adaptación alguna (aunque nuestro nivel de energía y aguante se incrementan levemente después de cada victoria).
Igualmente, no encontraremos personajes extras, o lugares, o emplazamientos especiales a los que acudir. Estamos solos en la tierra prohibida, y nuestra misión es lo único importante.
Extraño. Como extraño, aunque no imprescindible, resulta el hecho de haber eliminado todo personaje secundario, o incluso clases de enemigos o situaciones, que se alejen del simple hecho de ir a por el siguiente coloso.
No es un error propiamente dicho pues así ha sido diseñada la ambientación, pero es reprochable, sin duda, una actitud tan simplificada cuando se tiene un título de esta importancia entre manos.

En otro orden de cosas, destaca el uso de la barra de aguante/potencia ataque (un círculo rosa). Nos mide la resistencia a la hora de permanecer colgados o el tiempo que podemos aguantar bajo el agua. Es nuestra mejor referencia (junto con la barra de energía propiamente dicha), y estaremos constantemente pendiente de ella para no caernos o desfallecer.
Por último, resaltar la presencia de nuestro caballo; en comportamientos y gestos absolutamente bien reproducidos. Podemos llamarlo y montarlo cuando queramos, y será nuestro mejor apoyo en la aventura.

La falta de potencia de PS2 se siente en los escenarios, algo inestables. El sonido es excelente.

Todo en el juego es excelente, pero, a la hora de disfrutar de él notamos algo que no acaba de alcanzar los límites de sutileza que el resto de facetas ofrecen: el apartado gráfico. Y no es que sea malo, ni mucho menos, pero jugando a ?Shadow of the Colossus? nos damos cuenta, no sin cierto pesar, que las plataformas de nueva generación (PS3 o Xbox 360) habrían sido el lugar perfecto para estos escenarios, para esta belleza.

Y es que salta ya a la vista que PS2 no puede gestionar unos escenarios tan grandes y supuestamente detallados, a estas alturas. El horizonte, siempre que estemos en campo abierto, sufre de un popping brusco, bajo Frame Rate en algunos pasajes y, además, el efecto de niebla no acaba de disimular la generación de definición cambiante según la distancia a las paredes, a los árboles.
Pero por suerte, o habría sido intolerable, todo va de maravilla en los enfrentamientos con los colosos. Perfectos, suaves, en forma y movimientos; tanto, que se ha tenido que optar por un detrimento del resto de figuras, definiendo así al protagonista y su caballo con menos polígonos de los deseados, dando un aspecto muy tosco y brusco, excesivamente cuadrado. Una vez más, demasiado para PS2. Con unos colosos tan bien hechos, y uno escenarios tan grandes, no quedaba más para los personajes, aunque éstos fuesen precisamente los únicos habitantes en esta tierra.

En cuanto al sonido, 10 sobre 10. Tanto en banda sonora como en efectos, no se puede esperar más, no se puede hacer mejor. Se cuenta con subtítulos, pero no existe traducción posible pues la lengua de los personajes es inventada.
Para el terreno de las animaciones, iguales alabanzas, en todo y en todos. El protagonista, con sus saltos y gestos suaves y bellos, el caballo con su galopar, los colosos en su caminar y atacar; todo.

Y por último, una mención especial para la cámara, que aunque se porta perfectamente (y se deja manejar a voluntad) hasta el coloso nº15, en el último nos pondrá las cosas más difíciles que el propio monstruo...