1999 fue un año en el que los usuarios de PlayStation (la original, la uno) tenían un buen puñado de juegos de rol para elegir. Con el fabuloso marketing que Sony hizo para convertir Final Fantasy vII en uno de los juegos más jugados de todos los tiempos con el objetivo depoder competir con el todopoderoso The Leged of Zelda: Ocarina of time en Nintendo 64, muchos fans se aficionaban por fin a un género que, hasta ese momento, no tenía muchos adeptos en Europa y España, a pesar de los intentos (pequeños) de Nintendo por traer y traducir un juego cada año para su anterior consola, Super Nintendo. Había tantos juegos,y todos ellos tan similares, que la compañía más prolífica del género por aquel entonces, Squaresoft, experimentaba con el género para ofrecer algo diferente a lo habitual, y nada mejor que la saga de juegos con la que habían empezado estos experimentos en la época de Game Boy: Seiken Densetsu.
El primero de ellos surgía de la necesidad de llevar su saga más conocida, Final Fantasy, al terreno de los juegos de rol de acción, mientras que el segundo fue un intento por hacer un juego cooperativo para tres jugadores que supuso el mayor éxito de esta franquicia. El tercero, Seiken Densetsu III, también era muy bueno pero no tuvo el éxito merecido por culpa de las tensas relaciones entre Nintendo y Squaresoft de aquella época, así que el cuarto llegaba también con la idea de seguir experimentando en ofrecer a su público algo diferente, y vaya si lo fue.
Legend of Mana, o Seiken Densetsu IV, es un juego de rol de acción en el que casi no vamos a tener información sobre lo que está sucediendo a nuestro alrededor, lo cual va a resultar muy confuso en la mayor parte de las ocasiones. Empezamos el juego, y nos dicen que tenemos que plantar una semilla en un cuadrante, y nos explican muy por encima cómo hacerlo y para qué sirve. Una vez hecho, tendremos nuestra primera zona que explorar en forma de juego de rol de acción donde matar a unos cuantos enemigos, recuperar un objeto, y volver al tablero para plantar otra semillar. Esta es la forma en la que se va generando el mundo del juego, y cada uno de esos pequeños trozos nos irá contando una pequeña historia, ofreciendo algunas mejoras para nuestros personajes, y algunos combates contra jefes finales.
El mayor problema del juego, a parte de la ausencia casi total de información, está en lo poco que vamos a jugar en cada momento. Estas zonas de juego son muy pequeñas, y algunas tendremos que repetirlas varias veces para conseguir diferentes objetivos, por lo que el juego se puede hacer algo monotono y repetitivo. Aparte, la propia historia del juego también es muy escasa y sin un hilo argumental que nos haga interesarnos por lo que está ocurriendo, más allá de conocer el motivo por el que todo el mundo ha desaparecido (lo que estamos construyendo con las semillas), y el motivo por el que la memoria de todo el mundo también se ha perdido, y que iremos averiguando poco a poco según vamos haciendo estas pequeñas misiones.
La experiencia global no es mala en absoluto. La remasterización además cuenta con un bonito apartado técnico con todo dibujado a mano, escenario y personajes, aunque también le vemos a los personajes una falta de fluidez que sí que tenían, por ejemplo, en Secret of Mana, especialmente a la hora de combatir, lo que hace además un juego de los difíciles de manejar. Como digo, no es que sea malo, pero sí que no es un juego para todo el mundo, porque puede acabar cansando y aburriendo enseguida, algo que muy probablemente suceda a la mayoría de los jugadores.
Quizás, el factor de nostalgia haga que muchos, entre los que me incluyo, quiera darle una oportunidad y probar uno de esos juegos perdidos que nunca llegaron de forma oficial a España. Eso sí; no está traducido al español, lo que también complica la cosa para ser algo más accesible.