Tras la nefasta presentación de resultados de
Nintendo, llega el momento de detenerse y mirar un poco hacia atrás. Está claro que
Wii U no está resultando el éxito que se esperaba, y que 3DS - pese a sus estupendos números, especialmente en Japón - no puede sostener ella sola el carro.
Hemos querido reflexionar primero sobre los
principales fallos de la máquina, 5 grandes errores que ha cometido Nintendo, para después analizar las posibles soluciones al problema:
- Incapacidad para volver a sorprender a los jugadores. Tras lo sorprendente que resultó Wii - y su nueva forma de jugar, atrayendo a toda la familia y a todo tipo de usuarios - esperábamos que Wii U realmente fuera algo que volviese a llamar la atención, y
Nintendo no ha sido capaz de cumplir aquí, presentando una especie de versión HD de la consola con mando con pantalla... Algo que
no es nada revolucionario, ni nada nuevo. La conexión entre pantallas adicionales y consolas de sobremesa ha fallado con GBA-Game Cube, DS-Wii y PSP-PS3, así que... ¿Por qué iba a funcionar ahora? Además,
Nintendo no ha mostrado nada en ningún juego que realmente justifique la inclusión del mando.
- Un hardware muy limitado. Al partir de una máquina con una capacidad gráfica muy, muy similar a Xbox 360 y PS3,
Nintendo ha sido incapaz de llamar la atención de los jugadores con apartados gráficos realmente llamativos y visualmente impactantes. Si ya le cuesta a PS4 y Xbox One demostrar realmente el salto generacional con mucha más potencia, imaginad a la consola... Y por si fuera poco,
los estudios japoneses no estaban listos, al igual que la infraestructura online de los lanzamientos.
Uno de los mejores juegos de Wii U, y no aprovecha el mando para nada.
- Un público disperso. Con un nombre muy inapropiado -
Wii U no apunta a una máquina realmente nueva, o no más que DSi / DS XL / DS Lite - y la falta de elementos realmente diferenciadores, no es raro que gran parte del público haya pensado que
Wii U es la misma consola con un nuevo mando, y/o con acabado en alta definición. Si a eso le sumamos un importante grupo de usuarios descontentos con el abandono de Wii, y otro mucho más atraído por las propuestas de otras máquinas, entenderemos mejor que el público no estuviese dispuesto a tirarse de cabeza a por la consola.
- Un precio demasiado alto. 350 euros de lanzamiento era un precio abusivo a todas luces, para algo que acarreaba todos los problemas que venimos comentando, y que encima
se presentaba con un disco duro escasísimo (igualarla a otras máquinas nos obligaba a superar los 100 euros) y un catálogo de lanzamiento muy, muy flojito.
Nintendo no lo hizo mal con la idea de dos modelos de la consola, pero tenía que haber apretado mucho más los precios desde el primer momento para resultar realmente competitiva en sus primeros meses de vida.
- Mínimo apoyo third party (y cayendo). A pesar de que
Nintendo sea una de las mejores desarrolladoras de
software, está claro que no puede mantener una máquina ella sola (y menos si además tiene que darle "de comer" a su portátil). La
Gran N confiaba en que la consola iba a recibir gran parte de los títulos que seguían apareciendo para PS3 y Xbox 360, pero por culpa de los fallos anteriormente comentados, los bajos números de ventas iniciales y
los enormes espaldarazos que las compañías se habían dado con Wii (que vendía genial
títulos casual, pero muy regular los
hardcore)
el apoyo del resto de compañías ha sido muy pequeño, y las pocas que han respondido - como
Ubisoft - parecen bastante arrepentidas.
Así estamos ahora mismo, en una posición bastante crítica, con las previsiones de ventas re-revisadas a la baja y pérdidas multimillonarias, tanto que muchas fuentes apuntan ya a que sería mejor abandonar el barco y centrarse en una nueva máquina a la altura de PS4 y Xbox One. Pero... ¿sería este realmente un buen movimiento? ¿Está realmente la batalla perdida?
En nuestra opinión
NO, NO LO ESTÁ. NINTENDO PUEDE REACCIONAR y terminar esta generación con unos números mucho mejores que
Gamecube (ahora mismo, las ventas son peligrosamente cercanas, incluso está por debajo a nivel global). Ya dimos algunas de las claves de esta nueva política en
este artículo, pero eso fue hace casi un año, cuándo aún había margen para maniobras más suaves y sutiles. Ahora hay que coger el toro por los cuernos y cambiar completamente de rumbo.
Abandonar Wii U - y a sus casi 6 millones de compradores - a su suerte sería un error catastrófico, y le pondría las cosas todavía más difícil a la nueva consola que sacase la compañía, por muy potente que sea, ya que esto también encarecería la máquina (hemos visto rumores de unas especificaciones absurdas para la época en la que estamos...). Lo que sí se puede hacer es cambiar la forma de entender la máquina, y darle un cambio radical. ¿Cómo?
Pues dejando de vender la máquina con su mando con pantalla, y sacando este como un simple periférico adicional (lo que debería haber sido siempre, algo que hubiera alargado el ciclo de vida de Wii y que hubiera sido un aliciente para jugar en Wii U).
Los números de Wii U siguen peligrosamente los de Gamecube y Dreamcast
¿Qué ventajas tendría renunciar al mando? Pues para empezar...
- El precio. La consola podría empezar a venderse a
menos de la mitad de lo que vale su competencia directa, PS4 y Xbox One, y ser realmente agresiva al presentarse por debajo de los 200 euros. Esto, unido a un pack de lanzamiento con Wii Sports HD (o Wii Sports 2, si Nintendo se pone las pilas) podría darle un giro a la situación.
- Simplificar las cosas. Presentar una consola con 3 sistemas de control (mando con pantalla, nunchuk y wiimote, mando clásico) no hace si no confundir más a un público que no termina de ver claro lo que ofrece la máquina. Si el control con Wii funcionaba y nos permitía hacer de todo... ¿Por qué no vuelve a ser la clave?
- Ayudar a los más de 100 millones de usuarios de Wii a dar el salto de una forma cómoda y barata. Es muy buena la idea de que se puedan mantener los mandos y periféricos, pero así sería todavía más claro e intuitivo.
Esto no sería un problema para los usuarios actuales - que podrían seguir disfrutando de la consola, incluso se les podría compensar con algún programa tipo embajadores - ni para los próximos lanzamientos, ya que
los grandes títulos que esperamos para este año, como Mario Kart 8, Bayonetta o Super Smash Bros. no necesitan realmente este mando PARA NADA, al igual que la mayor parte del catálogo actual. Eso sí, para los que ya los tenemos, que no se pierda la opción de poder jugar en su pantalla.
Posteriormente
Nintendo podría seguir vendiendo el mando aparte con juegos que realmente lo aprovechasen, y así también
cumpliría su palabra cuando presentaba la consola y nos anunciaba que habría títulos que soportarían dos mandos; si existen y justifican la existencia del periférico, el público puede estar dispuesto a comprarlos. Si no... Pues se quedará como un añadido para los que quieran jugar sin encender la TV, que a día de hoy es el auténtico reclamo que ofrece. Y más adelante, cuando aparezca la nueva portátil de
Nintendo - que aparecerá - que también se plantee la opción de hacerla mando de la máquina, como PS Vita ahora con PS4.
Es un vendeconsolas, pero no le podemos pedir un milagro... Porque no lo hizo en GC.
Con esta política más agresiva, un precio competitivo y
buen software, juegos sobresalientes, la consola podría multiplicar sus ventas en poco tiempo, mostrando unos números realmente interesantes con el lanzamiento de
Mario Kart. Si a esto le unimos una política más flexible de Nintendo para los lanzamientos externos - bajando el coste de desarrollo,
prestando a sus personajes, ofreciendo extras... - se podría volver a atraer a las Third Parties a la máquina, y
resucitar un poco el catálogo, prorrogar su vida unos 3 años más y estar bien preparados para una nueva máquina en 2017/2018 que supere claramente a PS4 y Xbox One.
Por supuesto, no hablamos de una solución
mágica, va a ser necesario mucho trabajo en las oficinas de
Nintendo para darle la vuelta a la tortilla, o al menos, para que los números de la máquina no sean un auténtico desastre y estemos ante la última consola de sobremesa de la
Gran N. Afortunadamente el primer paso - reconocer el error y actuar en consecuencia, bajándose el sueldo de los principales responsables, con Satoru Iwata a la cabeza - ya está dado. Ahora falta dar los demás, y sea renunciando al mando (o no) apostar por políticas de precio más agresivas, juegos revolucionarios y las mejores entregas de sus franquicias. Es ahora... o nunca.