El acabado técnico es uno de los puntos en los que Overwatch destaca. Sin llegar a ser lo más bonito que hemos visto en PS4, Xbox One o PC,
el estilo artístico llama poderosamente la atención por sus suaves y realistas animaciones, por las expresiones faciales y sobre todo por la personalidad que han conseguido imprimir a cada uno de los personajes. La forma de moverse, las armas y poderes especiales de cada personaje le vienen como anillo al dedo y se nota muchísimo el tiempo que le han dedicado a cada uno de ellos hasta conseguir su personalidad, con lo que sin duda se podría hacer hasta una película (pero hecha por Blizzard, por favor). Todos los elementos gráficos que vemos en el juego (menús, personalizaciones, stickers, gestos de victoria, o sprays) han sido cuidados hasta el más mínimo detalle, consiguiendo un juego redondo con gran estilo, simpatía y calidad. Los escenarios, sin embargo, a pesar de estar igual de bonitos y tener también mucha calidad, no tienen el mismo acabado final y parecen mucho más planos, vacíos y sin el mismo detalle que los personajes. También son mucho más pequeños que los que estamos acostumbrados en otros shooters, e incluso no tienen las mismas posibilidades (hay caminos alternativos, pero pocos), algo que desluce ligeramente el resultado final.
En el apartado sonoro no hay ningún reproche. Por un lado, tenemos una banda sonora excepcional compuesta por Derek Duke, Neal Acree, Sam Cardon y Cris Velasco que ambientan perfectamente cada uno de los escenarios, la intro y las pantallas de menús, y es una auténtica gozada escucharla. Por otro lado, el
doblaje al español es sencillamente espectacular y escucharemos no solo algunas voces de dobladores de sobra conocidas en España, si no incluso alguna que otra frase sacada de ciertas películas (Yipi ka yei). De lujo.