El
control en es uno de sus puntos fuertes, aunque no está exento de problemas. El sistema de combate, basado en
combos y movimientos fluidos, sigue siendo tan gratificante como en su versión original. A diferencia de juegos más tácticos como los
soulslike, aquí no es necesario memorizar patrones de ataque de los enemigos, lo que permite una experiencia más dinámica y menos frustrante para los jugadores ocasionales. Sin embargo, la
cámara sigue siendo un talón de Aquiles. En situaciones de combate intenso, tiende a colocarse en ángulos incómodos, lo que puede resultar en ataques inesperados y muertes injustas.
Cuenta con un modo historia con la duración habitual de este tipo de juegos, así como cinco niveles de dificultad que pueden estirar su duración si lo que queremos es explotarlo al máximo, además de un
modo fácil que, aunque no lo convierte en un paseo, sí lo hace más manejable para aquellos que no están acostumbrados a la alta dificultad de la saga. Además, ofrece múltiples opciones de control y ajustes que permiten personalizar la experiencia. Las
35 misiones individuales, jugables en solitario o en
cooperativo, añaden un plus de variedad, aunque la falta de un modo campaña para dos jugadores se siente como una oportunidad perdida.
Comparado con otros
hack?n slash modernos como
Devil May Cry 5 o
Bayonetta, mantiene un sistema de control más clásico, con un enfoque en la precisión y la ejecución de combos. Aunque puede parecer menos intuitivo al principio, una vez te acostumbras, ofrece una sensación de control y maestría que pocos juegos del género logran transmitir.