Personalmente no había jugado a ningún juego como Chorus. Soy un gran aficionado a los simuladores de combate espacial desde el lanzamiento de Wing Commander original, y aunque también me atraía el más clásico de todos, Elite, nunca llegué a echarle el guante. Todo lo que salió al mercado tras el juego de Origins (con ese fantástico eslógan de ?
We Create Worlds) era devorado con ansia, y hasta me llegué a gastar mi buen dinero en un espectacular mando de simulación para disfrutarlo aún más. Con el paso de los años no se han visto buenos juegos de este género, por ser también un poco cansino lo que podemos hacer con ellos, y quizás la mejor experiencia reciente esté en Star Wars: Squadrons, que sigue de cerca a los clásicos sin innovar demasiado la fórmula. Ahora llegan los chicos de Fishlabs, que también tienen experiencia en el género, y se han atrevido con algo que se aleja de los cánones del género para meterse más en lo que podría denominarse
un shoot?em up de corte clásico en 3D con toques modernos, creando un juego como Resogun, Ikaruga, Starblood Arena o Geometry Wars al que se le da una nueva vuelta de tuerca para creando algo diferente y original.
Añadir a un juego de estas características un desarrollo de mundo abierto ya es lo suficientemente llamativo como para prestarle atención, ya que la mayoría de juegos de corte similar tienen un desarrollo lineal. Aquí será una misión principal la que nos guía por cada uno de los lugares a visitar mientras decenas de misiones secundarias se generan a nuestro alrededor, algunas aleatorias y otras más trabajadas. Podemos pasar de estas, pero al igual que otros juegos de tipo sandbox, si lo hacemos no mejoraremos nuestra nave lo suficiente como para tener garantías de éxito al final del juego. La perspectiva también es diferente, teniendo una desde detrás de nuestra nave, estilo Resogun, que lo aleja de los mencionados simuladores de combate espacial y de todas sus mecánicas. Sin embargo, lo más fresco y original está en su historia, su narrativa, la protagonista del juego y sus posibilidades, y su compañero inseparable.
Por un lado, todo este universo se ha trabajado muchísimo para poder crear una franquicia (IP) lo suficientemente atractiva como para mantenernos enganchados y poder crear más juegos a su alrededor, con sus malos, su resistencia, unos seres antiguos con poderes, o más elementos que iremos conociendo poco a poco. No resulta compleja en ningún momento, y lo que averiguamos de ella nos gusta, nos engancha, y nos hace querer saber más. Nuestra protagonista, Nara, es la típica heroína que ha estado haciendo las cosas mal hasta que se da cuenta y se vuelve buena, pero también tiene una gran personalidad, y su relación con la IA de su nave (hasta ahí puedo leer) es muy humana, convirtiéndo a esta en uno de los mejores personajes secundarios vistos en este tipo de juegos. Además de las mejoras de armas típicas de todos los shoot?em up, Nara también tiene sus propios poderes especiales, los ritos, de los que iremos conociendo más en el transcurso de la historia, y que también le otorgan un elemento original e, incluso, innovador, por no ser los típicos poderes que se usan de vez en cuando. Aquí hay enemigos a los que hay que vencer usándolos, o zonas que no se pueden explorar si no es con ellos, aunque también se deberían haber usado más intensivamente, y que quizás por ser el primero de los juegos de esta saga no se ha hecho para no agobiar. Todo el conjunto resulta fresco, a pesar de ser un juego de mundo abierto, de esos que ya estamos casi cansados de jugar, pero que en Chorus se ha combinado a las mil maravillas para mantenernos enganchados hasta el final.