We love Katamari

¿Crees que todo está inventado en el mundillo de los videojuegos? Entonces es que no has probado Katamari Damacy , la última locura de los chicos de Namco. En este juego, el universo se acaba de quedar sin estrellas por culpa de un caprichoso rey, y el joven príncipe tiene que restaurarlas, haciendo bolas gigantes con todo tipo de materiales para lanzarlas al espacio convertirlas en estrellas y nuevas constelaciones.

Con un tremendo éxito en Japón y USA, la secuela estaba garantizada, y así recibimos We Love Katamari , una secuela en toda regla que sí ha llegado a nuestro país.

Así que, si estás dispuesto a crear nuevas y vistosísimas estrellas arrasando con todo lo que pilles a tu paso, este es tu juego; pero... ¿es tan divertido hacer estos gigantescos ?Katamaris? como suena? Acompáñanos en este análisis para descubrirlo.

Por cierto, vaya error de protocolo, casi se nos olvidaba presentaros a 'Su Majestad'...

Pese a contar con algunos extras, casi todo el peso del juego recae en el modo principal. Del resto sólo se salva el modo VS.

Es muy complicado calcular el número de horas de entretenimiento que ?Katamari Damacy? puede ofreceros, porque depende mucho del tipo de jugador. Cada escenario puede completarse con 3 calificaciones: Clear, Great Clear, Super Clear ; no hay una recompensa directa por hacerlo, pero si que mantendrá ocupados horas y horas a los más perfeccionistas.

La historia del juego se desarrolla en 33 fases distintas, aunque luego encontraremos distintos objetivos en cualquiera de ellas . Además, en cada escenario hay 3 misiones ?alternativas?.

- Encontrar a los primos del príncipe: están ?escondidos? en alguna parte, y encontrarlos nos dará la posibilidad de manejarlos, aunque no hay diferencias en sus habilidades.

- Encontrar regalos: estos objetos son distintos tipos de personalizaciones para nuestros protagonistas, que no tienen más efecto que el de provocar una carcajada (ver al príncipe con un mostacho o un bikini no tiene precio)

- Encontrar ?objetos especiales?: son simples curiosidades (aunque se listan), como una momia, un elefante volador, el rey y la reina... Pululan por distintos escenarios, y si conseguimos un Katamari lo suficientemente grande, los podremos coger. Un reto para los campeones.

Como otro añadido, el juego incluye 2 modos distintos para 2 jugadores .



- Un modo versus: competiremos en distintos tipos de pruebas; puede ser hacer el Katamari más grande en el menor tiempo posible, recoger un número concreo de ítems de un tipo o coger uno en particular (para lo que necesitaremos una bola de un determinado tamaño).

- Un modo cooperativo: ambos jugadores tendrán que manejar la bola, cada uno con un stick; uno se encargará de los giros a la izquierda y otro para la derecha, y ambos tendrán que ponerse de acuerdo para avanzar. Sin llegar a ser un extra realmente ?valioso?, si que es una curiosidad bastante divertida, ideal para echar una partida (con risas aseguradas).

Un control muy peculiar (que funciona perfectamente una vez te hagas a él) tiene la clave de este apartado.

Una de las mayores curiosidades de este juego es su control; nosotros manejaremos al joven príncipe (o a alguno de sus primos, aunque sus diferencias son básicamente estéticas) con el stick derecho; todo muy simple... hasta que cojamos el ?Katamari?.

Para manejar esta especie de ?bola? super - magnética, con la facultad de dejarlo todo pegado a su superficie (cualquier objeto o ser vivo), el control del juego cambiará; ahora tendremos que usar los dos analógicos, como si fueran las manos del príncipe . Moverlos los dos hacia delante y a la vez nos permitirá empujar la bola, y para guiarla bastarán una suave inclinación del stick correcto. Ahora bien, esto es sólo el principio, ya que pronto necesitaremos hacer vistosos giros (un stick hacia delante, y el otro hacia atrás), dar marcha atrás (ambos sticks hacia atrás) o correr (dos veces hacia delante simultáneamente con ambos sticks). El tutorial puede resultarnos ?raro?, pero en seguida nos haremos con el control básico, y todo irá ?rodado? (sí, sé que es un chiste fácil, pero tenía que hacerlo).

¿Y una vez dominemos el control del Katamari? Entonces habrá llegado el momento de tratar de conseguir hacerlo lo más grande posible . Al principio nuestra ?bola? es muy pequeñita, y sólo puede atraer pequeños objetos, como clips, chinchetas, sellos..., y el resto de objetos del escenario se convierten en obstáculos. Pero al ir atrayendo objetos, la bola crece y puede coger objetos que antes no podía; así, pronto podremos coger lápices, gomas, chapas... Incluso pequeños animalitos, como cangrejitos... Y así continúa la mecánica del juego: nuestro Katamari va creciendo y cogiendo nuevos objetos, hasta convertirse en una bola gigantesca que puede tener personas, vacas, coches, casas y edificios... Increíble, ¿verdad?

Para indicarnos cuando hay un cambio ?grande? de tamaño, el juego hace zooms sobre nuestra bola cuando va alcanzando determinada magnitud, ampliando nuestra zona de visión y permitiéndonos buscar nuevos objetivos para cumplir la misión básica del juego: hacer un Katamari lo más grande posible, y divertirse mucho por el camino .

Bueno, y ahora que entendemos cómo funciona el juego, la pregunta surge sola, ¿y la dificultad del juego? Pues según nuestro objetivo; normalmente el problema lo tendremos con el tiempo, y se nos pedirá hacer un Katamari de un determinado tamaño en un tiempo predeterminado (y si lo hacemos mayor, pues mejor). Pero también tendremos otros objetivos, como recoger un número de objetos determinado o limpiar completamente un escenario. Genial.

Novedoso, único, especial... Se nos acaban los adjetivos para este ejemplo de innovación.

A la hora de encarar este apartado, tenemos que dejar una cosa muy clara; Katamari Damacy no ha salido en nuestro país, y vamos a juzgar esta entrega independientemente . Porque si bien es cierto que las virtudes de este juego son totalmente innovadoras y un ejemplo perfecto de lo que es hacer algo realmente nuevo , We Love Katamari es, al fin y al cabo, una segunda parte (y con pocas novedades con respecto a la primera).

Así, olvidándonos (como las distribuidoras españolas) de su primera entrega, sólo podemos alabar los distintos aciertos del juego:

- La estética: sin duda, pocas cosas hemos visto parecidas. Desde los especialísimos diseños de los personajes principales (como el principe y el rey, y su extraño cabezón) hasta cualquiera de las fases, donde se dan la mano criaturas fantásticas (duendes, hadas...) y fases cotidianas (un cuarto, una casa japonesa, un parque...).


- La historia: muy divertida, y además, tremendamente auto-paródica. Cuentan las malas lenguas que esta entrega fue impuesta por Namco al creador de la saga por las altas ventas de la anterior, antes de que el tuviese realmente lista una continuación. Así, el juego nos dice que a los humanos le gustó tanto eso de hacer Katamaris que estaban deseando que volviera el principe, y por eso su padre lo vuelve a mandar a la tierra para que cree más de estas bolas y mandarlas al espacio, que está muy soso... y más claro.... Además, y como historia paralela, tenemos la cómica infancia de uno de los personajes más conocidos del juego.

- La mecánica de juego: Si la idea de hacer bolas gigantescas con centenares de extraños materiales (al más puro estilo ?escarabajo pelotero?) no os parece original, hacerla en todo tipo de escenarios (como bajo el agua) o incluyendo animales (que se quedan pegados y van haciendo graciosos ruidos).

Así, aquí hay una prueba de que siempre se que en este mundillo hay lugar para la innovación ?real?.

Con un aspecto gráfico muy simple, en muchos momentos el juego consigue sorprender al jugador. El sonido, sobresaliente.

Gráficamente, Katamari Damacy es una apuesta por la sencillez en favor del motor gráfico del juego. La primera impresión del juego puede ser algo tristona, con objetos muy simples y faltos de polígonos . Muchos objetos se ven excesivamente simplificados, cuadriculados o redondeados.
Sin embargo, todo cobra sentido cuando avanzamos con nuestro Katamari ; al ir formando la tremenda bola, donde todos los objetos siguen siendo distinguibles e ir vaciando los distintos escenarios (con ?zoom? incluido) uno lo entiende rápidamente: con tal cantidad de objetos en pantalla, no había otra forma de hacerlo , al menos sin haber efectuado cargas intermedias en los escenarios.

De todas formas, y en favor de los programadores, tenemos que decir que la máquina se ha exprimido mucho más que en su anterior entrega; vamos a encontrar tanto escenarios más cargados como más y mejores animaciones para todos los seres que podemos utilizar para ir agrandando nuestra bola.

El otro fallito de este apartado son las cámaras, que aunque suelen reaccionar muy bien (incluso vuelven transparentes distintas partes del escenario para mejorar nuestra visión), en determinados ángulos pueden llegar a incordiar un poco, y no es posible que el jugador pueda corregirlas directamente; tenemos distintos tipos de enfoque, pero la mayoría es simplemente para disfrutar de enfoques más espectaculares, no más útiles.

El aspecto sonoro es muchísimo más brillante; vamos a encontrar unas melodías estupendas, la mayoría de estas cantadas (en inglés y japonés) y que resultan tremendamente pegadizas. A los nuevos temas se han añadido remakes de los antiguos, y no es de extrañar que terminéis tarareando los temas principales a todas horas. Por si fuera poco, el juego nos dejará elegir tema al principio de cada fase, con lo que podemos evitar las composiciones más sosas.
Los FX del juego también están a la altura , con distintos sonidos para cada uno de los objetos (y seres) del juego: los perros, los gatos, los peces, las personas, las vacas... todos tienen un sonidillo característico y muy divertido.

Añadir que el juego viene con selector de 50/60 hertzios y traducido al castellano, algo que siempre valoramos.