Viking - Battle for Asgard. Análisis PS3 y Xbox 360

Con Viking - Battle for Asgard, SEGA y The Creative Assembly apuestan por la mitología nórdica para exprimir el enorme potencial de Playstation 3 y Xbox 360 con una mezcla interesante de acción y aventura... que desgraciadamente, como ciertos licores, no termina de funcionar si están mal combinados.

La historia del juego nos lleva a un salvaje enfrentamiento en el seno de Asgard (el mundo de los Dioses Nórdicos). La malvada diosa Hel, hija de Loki (dios del engaño) ha sido expulsada del Reino Divino por desafiar al mismísimo Odín, padre de todos los dioses... y decide pagarlo con los humanos. Menos mal que Freya elige a un paladín, Skarin - nuestro héroe - para salvar a su mundo... comenzando así nuestra aventura.

Viking es un juego demasiado lineal y falto de posibilidades, con un desarrollo poco variado. Esto puede alargar las primeras 15 horas de juego, pero hará muy difícil que volvamos a coger el título para una segunda vuelta.

Completar la aventura de Skarin nos llevará una media de 15-20 horas, dependiendo de lo completistas que seamos y de si exprimimos a fondo las sidequest o queremos conseguir todos los movimientos especiales. Se echa en falta una auténtica evolución del personaje más allá de la mejora de combos y al título le hubiera venido muy bien algunos elementos más ?roleros.

Otro de los fallos del juego es que cuenta con una estructura demasiado repetitiva; los pasos de exploración - rescate de prisioneros ? asalto a un baluarte se repiten una y otra vez con mínimas diferencias (si acaso, algunas de las misiones secundarias). ¿Dónde está la libertad prometida por sus creadores?

Como último problema, Viking es demasiado lineal, y una vez terminada la aventura no hay nada que nos anime a volver por estas tierras nórdicas; más allá del modo difícil no hay multijugador, no se aprovecha Xbox Live, los logros tampoco están demasiado inspirados? una auténtica pena.

La mecánica básica de juego es divertida, aunque se limita mucho las posibilidades y libertad del jugador.

Aunque fuera concebido de otra forma, Viking se juega como un hack&slash con toques de aventura. Nuestro protagonista, un bárbaro capaz de usar la magia, responde bien y presenta un buen repertorio de combos (en general basados en dos botones); sí, hay algunos fallos incomprensibles (como el ?volar? cuando somos golpeados en el aire), pero nada realmente grave, y luchar contra hordas de enemigos ejecutando golpes especiales, decapitando y mutilando? es posibilemente lo más divertido del juego.

Viking une exploración con sigilo, combates contra varios enemigos y luchas masivas de ejércitos? incluso podremos invocar dragones para que nos ayuden. El problema es que esta mezcla no termina de funcionar; todo está completamente prefijado, y hay una sola opción para avanzar; si no nos infiltramos en una determinada fase no hay forma de continuar con la historia, y sólo podemos infiltrarnos, nada de ataques directos (o llegarán infinitos enemigos). Tampoco podemos llamar a nuestro ejército o dragón cuando queramos, sólo en momentos concretos? y no su aparición apenas tiene importancia. La idea es que el jugador no se salga de unas pautas - por ejemplo, no podemos meternos en el agua (nos mata de una forma extraña) ni saltar por encima de determinados objetos -. Ni que decir tiene que esto acaba resultando monótono y un poco frustrante.

Más puntos ?conflictivos?; morir no tiene demasiada importancia, salvo por cómo se vacía nuestro medidor de furia? Incluso podemos llegar a usar la ?muerte? como atajo para movernos entre portales y ahorrarnos dar vueltas. Así, terminar la aventura es solo cuestión de tiempo y paciencia.

Una simple mezcla de géneros que no llega a darle personalidad a un título que olvidarás a los pocos meses de haber jugado.

Una curiosa mezcla de estilos la que encontramos en este título. Principalmente nos encontramos ante un machaca botones que se desarrolla en un mundo 'semi' abierto con desarrollo 'casi' nada lineal. El factor aventura posee mucho refuerzo inicial que se va perdiendo conforme percibimos que el número de soldados que - liberemos o no - no afectará al desarrollo del juego.

Las clásicas técnicas de rol de mesa de por aquí no pasarás hasta que yo quiera y sacaré cada vez más soldados de la nada, o no invocarás un dragón hasta que el guión lo diga, mosquean un poco, pero acaban siendo más que una opción una finalidad del juego, dando al traste con esa buscada sensación de mundo abierto. El personaje puede ir aprendiendo combos de ataque y podrá ir mejorando su poder mágico (gracias al toque divino), ver a semejante berraco imvocando hechizos es cuanto menos curioso.

También encontramos escenas y acciones especiales que se deben realizar pulsando botones en momentos concretos, al más puro estilo God of War;,de hecho casi todos los personajes pueden ser muertos violentamente pulsando el botón X en el momento adecuado. Lo mejor sin duda es poder manejar un personaje bruto y las luchas multitudinarias. Muchos factores entremezclados y no todos llevados a buén puerto, pero que en conjunto forman un juego que desde luego entretiene y libera tensión.

La potencia al servicio del espectáculo, pero con algunos fallos bastante importantes si profundizamos; I.A. baja, escenarios reducidos (y faltos de variedad), enemigos que se repiten hasta la saciedad...

La pantalla de inicio del juego ya nos va avisando de qué va el percal. Ojo, este juego puede que no sea un monstruo de Alta definición, pero mira cuantos vikingos hay cruzando este puente, ¡¡cientos!!. Los escenarios en principio no son tan grandes como da la sensación y es que bajo un gran angular todo parece eso, más grande.

Cuando vemos que no se tarda mucho en llegar a sitios que a priori parecían más lejanos nos fijamos en los niveles de detalle del mundo, no son demasiado altos, aunque merece una mención especial cómo afecta a los decorados cuando una zona pertenece al enemigo o a nuestro ejercito. Cuando estamos en zona enemiga es de noche, si es amiga es de día, con suaves transiciones entre un estado y otro, lo que da un look bastante peculiar. La distancia de visión es lo suficientemente amplia como para que podamos darnos cuenta de que Midgard no es tan grande como pensábamos.

La cantidad de personajes en pantalla puede llegar a sorprender gratamente, aunque eso si con una IA bastante mermada, que al menos no hace que la jugabilidad deje de ser endiablada. Por lo menos hasta que las misiones nos parezcan demasiado repetitivas.
Mención especial que el juego esté doblado al Español con unas voces bastantes convincentes.