¿Listo para un viaje al corazón de la fantasía?
The Last Remnant nos lleva a un mundo lleno de fantasia y misterio donde los Remnants, objetos mágicos y arcanos de tremendo poder se han convertido en una fuente de conflictos para las distintas razas que lo pueblan, que llevan generaciones enzarzados en una guerra sin cuartel.
Para empezar el punto que más nos intrigaba de este juego de rol era su
original sistema de combate, que mezcla turnos y estrategia. La idea es que
libraremos combates con un batallón de soldados, divididos en pequeños grupos (5 máximo) y nosotros les iremos dando órdenes de ataque, decidiendo sus golpes sobre otros grupos enemigos; por ejemplo, si dos de nuestras huestes atacan por los flancos conseguiremos un movimiento de
tenaza y un gran bonus en el ataque del segundo grupo. De esta forma, y al ir avanzando en la aventura iremos profundizando en las posibilidades del sistema, las distintas formaciones y los
comandos de batalla, que nos parece de lo más prometedor.
En las batallas con nuestro pequeño grupo, sin embargo, la cosa no es tan espectacular, ya que la estrategia queda en un segundísimo lugar y nos quedamos con turnos tradicionales (algo sosos); con todo, el resultado final no desmerece.
Otro punto que nos ha gustado mucho ha sido cómo se han diseñado las distintas cuidades y aldeas; gracias a un sistema de
bocadillos que nos indica qué personajes son importantes
tenemos la sensación de movernos en una bulliciosa urbe sin que nos agobie el encontrarnos a decenas de personajes secundarios que nos aburran con su cháchara intrascendental. A priori nos parece una solución muy inteligente y cómoda para explorar y buscar gente.
En contraste, el mayor
cubo de agua fría de esta primera toma de contacto ha sido el
apartado técnico, muy mejorable. Tras ver títulos técnicamente muy competentes de
Square Enix para esta generación, como
Infinite Undiscovery, uno tiende a pensar que con el
Unreal Engine 3 íbamos a ver un mundo de maravillas... y la verdad es que no es así. Para empezar tenemos un problema con el modelado de personajes, concretamente en sus caras, y es que no queda demasiado bien la mezcla de
realismo y
estética manga. Eso queda especialmente claro en los personajes más adultos (que parecen viejos, con sus arrugas forzadas). Otro punto conflictivo es la animación - mejorable -, y que nos lleva a preguntas sin respuesta; ¿qué sentido tiene incluir una raza con 4 brazos si luego 2 van siempre cruzados a la altura de la cintura?...
El último tirón de orejas es para el
streaming de datos, que unido a unas cargas demasiado largas nos permitirá ver
cómo aparecen los elementos que forman a los personajes, textura a textura. Un fallo inexplicable para un equipo creativo de este calibre y con una máquina que lleva ya más de 3 años en el mercado...