Análisis Shin Megami Tensei III: Nocturne HD Remaster - Terrorífico rol del pasado

Terminar Shin Megami Tensei III: Nocturne HD Remaster nos llevará más de 50 horas recorriendo peligrosas mazmorras, enfrentándonos a todo tipo de demonios y enfrascándonos en una trama que nos hará pensar y hacernos preguntas bastante interesantes (y, además, en perfecto castellano). Los completistas que se lancen además a explorar los mapas extras, conseguir los demonios más fuertes o exprimir el sistema de fusión superarán con creces las 80...

Por supuesto la fórmula del juego enganchará a los aficionados a los RPG nipones, acostumbrados a las batallas por turnos, pasilleo interminable (y jefes de alta dificultad para poner a prueba nuestras habilidades). Si la fórmula no te llama demasiado piénsatelo muy bien, porque hablamos de un juego de rol duro y muy poco flexible, con toneladas de combates casi imprescindibles para avanzar.

A nivel jugable, Shin Megami Tensei III: Nocturne HD Remaster es una apuesta por el rol nipón más clásico, con los combates por turnos y la exploración de laberínticas mazmorras como carta de presentación, pero con una vuelta de tuerca al presentarnos un planteamiento mucho más oscuro, poderes demoniacos y la posibilidad de negociar incluso con los enemigos implicados si vemos que no vamos a ganar la batalla.

Avanzar en la aventura no será nada sencillo (quizá por ello, una de las mejoras del Remaster es incluir un modo muy fácil que podemos activar y desactivar a placer), y no solo los jefes van a ponernos las cosas difíciles, entrar a un combate muy mal preparado o cometer errores estratégicos puede acabar con nuestro equipo derrotado... Vamos, que la pantalla de Game Over no va a ser una extraña en el juego, tendremos que subir niveles y entrenarnos para superar a los jefes. Otro punto interesante es la posibilidad de fusionar demonios para hacer más fuerte a nuestro equipo y sus invocaciones, y aunque el sistema no está tan pulido como en las últimas entregas tiene muchas posibilidades.

Concebido como un remake del juego de PS2 de 2003, Shin Megami Tensei III: Nocturne HD Remaster puede valorarse de dos formas muy distintas, como juego en sí y como remasterización. En el primer aspecto es un RPG impresionante, muy rompedor - especialmente para su época - con un sistema de combate muy intenso, un complejo sistema para la fusión de los demonios que capturamos (con los que podemos negociar), y la semilla de la que germinaría Persona. Quizá lo más similar que hemos recibido a esta propuesta en occidente ha sido el originalísimo Tokyo Mirage Sessions, inspirado en la saga Fire Emblem... Sea como sea, es un juego que derrocha personalidad por los cuatro costados, con un claro estilo propio y en el que es un gusto ahondar.

Sin embargo, valorado como remaster, el juego pincha bastante. En Atlus se han limitado a cubrir expediente, un lavado de cara (imprescindible) e incorporar algunas mejoras básicas como un guardado rápido o un modo Piadoso que nos pondrá las cosas un poco más fáciles (y que, además de no afectar a la trama, reduce el número de combates). Por contra, resulta muy difícil de tragar que se haya lanzado un DLC con el modo Maniax, que incluye la aparición de Dante (Devil May Cry) como personaje controlable... Ahora tendremos que pagar por él, aunque cuando el juego se lanzó en occidente venía incluido.

A nivel técnico Shin Megami Tensei III: Nocturne HD Remaster es una versión bastante justita de un juego que en PS2 no era ningún portento técnico (lo salvaba su acabado artístico). Aquí nos hemos encontrado un lavado de cara mínimo, pasando el juego de 4:3 a panorámico (aunque no los vídeos), añadiendo una mayor resolución, mejora de algunas texturas y algunos efectos (como la iluminación), pero poco más. Por supuesto no puede esconder su origen remaster, pero hemos visto cosas mucho más elaboradas en juegos más potentes (como Final Fantasy X o XII). Además, hay que tirarle de las orejas a Atlus por no optimizar al máximo el rendimiento, que tiene incluso algún tirón en momentos puntuales.

La banda sonora ha envejecido mucho mejor, y aunque no se haya orquestado aprovechando el mayor potencial de las máquinas actuales sigue presumiendo de composiciones envidiables, una muestra inefable del talento de Shoji Meguro, Toshiko Tasaki y Kenichi Tsuchiya. Sumar también un sólido doblaje (casi completo) y una traducción de textos al castellano, algo muy de agradecer.