Simulación con leves tintes de arcade. Cumple de sobra en calidad, pero no tanto en dificultad.
A la hora de encarar los juegos de velocidad, tenemos que hacer distinciones. Por un lado, tenemos los del tipo ?conduce y lucha?, de los que
Mario Kart es un clarísimo exponente. Por otro, ?velocidad frenética?, como
F-Zero y sus herederos directos, dónde se ponen a prueba límite nuestros reflejos. Y por último, los auténticos simuladores, en los que
nuestra misión principal es conseguir exprimirle la máxima velocidad a nuestro vehículo, mientras apuramos todo lo posible en curvas y realizamos los más peligrosos adelantamientos. Este ?
Need for Speed? se encuadra como un perfecto exponente de esta tercera categoría; nuestra meta será conseguir los modelos más rápidos (que como veremos más adelante, son personalizables) y coronarnos reyes de todas las pistas. Pero para que todo no sea simulación pura y dura, se incorpora la posibilidad de
usar ?
nitros? en nuestros coches (previamente ?trucados), lo
que nos proporcionará un acelerón que puede ser decisivo para ser los primeros en cruzar la meta, y al mismo tiempo dota las carreras de un elemento muy estratégico.
Retar a los corredores profesionales del cartucho se convierte en el modo principal de juego, y una vez dominado el sistema de control es muy divertido. Desgraciadamente, dos puntos negros empañan este apartado. El primero, que veremos luego más a fondo, viene influido por el apartado técnico, y es que
no vamos a ver con claridad los límites de muchos de los circuitos. Y el que más daña la puntuación es el hecho de que, para los jugones más veteranos,
el juego se queda corto en cuanto a dificultad. Superados los primeros circuitos, la inteligencia artificial de nuestros rivales se estanca, y si a eso le sumamos que nuestras coches van siendo cada vez mejores frente a los suyos, la ventaja es demasiado grande. Afortunadamente, existe un modo más de dificultad, y aunque no compensa del todo, el juego lo agradece.