Hay muchas novedades que destacar en
Yakuza: Like a Dragon, y aunque lo primero que llame la atención sea el cambio a la mecánica rolera, no es ni lo único ni lo más especial. Para empezar tenemos que destacar el valor de
SEGA para despedirse de
Kazuma y darle el paso a
Ichiban Kasuga, un protagonista impagable (e inolvidable), que tiene grandes valores para que empaticemos por él. Por una serie de razones que no vamos a desvelar
Ichiban se ha criado como un
niño grande, con un corazón enorme, pero también siendo muy impulsivo y presa de una enorme imaginación. Otro punto brillante ha sido la idea de
grupo de Yakuzas; los acompañantes de nuestro protagonista son realmente su
grupo, y sus historias son casi tan importantes como la suya propia, y los lazos entre ellos - que iremos fortaleciendo hora tras hora, con algunos momentos bebiendo como amigos que os van a hacer llorar de risa... o sacaros una lagrimita por otras razones - son base en la aventura.
Like a Dragon destila personalidad, y es una apuesta única que consigue algo muy difícil: innovar siendo fiel al espíritu de otras entregas, sorprender sin alejarse demasiado de la saga principal, mezclar el realismo y la detallada puesta en escena de los
Yakuza con la imaginación y la fantasía típicas de los RPG. Todo esto consigue una mezcla explosiva que nos ha encandilado desde la primera hora, y ante la que hay que quitarse el sombrero. Y que, aunque os parezca increíble, tiene además fuertes lazos con la saga principal,
incluyendo la aparición de sus estrellas: Kazuma, Gogo, Saejima...