Toy Soldiers: Cold War tiene una fórmula base tan sencilla como adictiva: elimina enemigos, consigue recursos y construye aumentando tu poder, repitiendo el ciclo. Alrededor de este corazón se han añadido
unos juguetes guerreros realmente interesantes y llenos de posibilidades, y un delicado equilibrio entre gestión y acción; las unidades - fijas en el suelo - disparan solas, pero nosotros podemos pasar a controlarlas para multiplicar su eficacia. Otra de las novedades interesantes son los
poderes Barrera, que podemos activar cuando tengamos nuestra barra de acción libre y que nos permitirán
desde ordenar bombardeos aéreos a disparar una pequeña bomba nuclear que hará añicos a las fuerzas rivales; mención especial merecen el comando y las unidades a pilas (como helicópteros de juguete), con un papel mucho más activo.
La acción se prolonga a lo largo de una docena de fases
con diferentes entornos - patios de juego que parodian distintas ciudades o acontecimientos militares - y opciones de defensa, destacando los
enemigos finales. Terminar el reto por primera vez nos llevará 5-6 horas de juego, aunque si queremos la mejor evaluación en cada uno de los retos este tiempo se multiplica.
Más allá del modo campaña
normal donde funcionan a la vez la estrategia y nuestra habilidad tenemos dos modos de juego extra, especialmente orientados a nuestra forma forma favorita de jugar:
- Élite. Aquí las tropas no dispararán por sí mismas, por lo que es fundamental estar tomando el control de las unidades (e intercambiando en el momento justo) para superar las batallas. La IA enemiga disminuye sutilmente, pero la dificultad aumenta considerablemente: si no somos rápidos y efectivos utilizando nuestros recursos, no tardaremos en caer.
- General. Justo lo contrario que en
Elite, este modo es
especial para los jugadores tácticos, una especie de
Tower Defense. La idea es que ya no podemos pasar a controlar nosotros mismos ninguna unidad. Por supuesto, aquí es fundamental posicionar bien las unidades, mejorarlas y exprimir al máximo los potenciadores.
Dejando a un lado el modo historia
hay mucha munición en Cold War. Por un lado tenemos desafíos y survivals, y por otro
los modos cooperativos y competitivos. La idea de poder compartir la acción con otro jugador y repartirnos las unidades es muy divertida y funciona a las mil maravillas, e implica un añadido de coordinación entre jugadores,
ya que los recursos para construir/mejorar son compartidos. Si jugamos en partidas locales se activa la opción a pantalla partida, aunque también podremos disfrutar del juego online. La creciente dificultad de los mapas survival (con partidas que pueden durar de unos minutos a más de una hora, según nuestra habilidad) garantiza opciones para todo tipo de jugones.
Competir cambia sensiblemente las reglas del juego, metiéndonos en la piel de dos
comandos que intentan asaltar la caja de juguetes del rival. Si bien se mantienen las opciones estratégicas, el poder de estas unidades (el clon de
Rambo de
Stallone y una versión rusa que bién podría ser el
Ivan Drago de Dolph Lundgren) hace la experiencia más activa e intensa.
Con un acabado gráfico muy sólido - al que sólo podemos achacarle alguna ralentización / destrucción un poco forzada -, novedades muy interesantes (como los ataques especiales) y una adictiva atmósfera y mecánica de juego
Toy Soldiers: Cold War es un ejemplo de cómo crear una secuela, y que pueda superar incluso al título original. Si probaste el original o te interesa mínimamente el género deberías que darle una oportunidad.