Sobrevivir a toda costa. Morir matando. Abrirte paso a través de cientos de brutos armados y, además, hacerlo con estilo. Estas son las únicas reglas del Club, un selecto grupo de muchimillonarios ludópatas que te pagan por entretenerles haciendo lo que mejor sabes. The Club es, también, el nombre de la ultima apuesta de Sega y Bizarre para Xbox 360 y Playstation 3,
un arriesgado lanzamiento del que damos cuenta con todo lujo de detalles.
Aunque a primera vista, la forma y el control nos recuerde a un shooter en tercera persona, The Club en realidad propone recuperar el género de los arcades mas clásicos, en los que prima la forma sobre el fondo, la diversión basada en combos y puntuaciones millonarias por encima de la narrativa o de complejos argumentos. El control se ajusta al dedillo a los cánones actuales de la acción en tercera persona, lo cual en cierta medida traiciona el sistema de velocidad y acción sin concesiones propuesto; el sistema de apuntado resulta razonablemente fluido, mientras que el control del personaje se antoja algo ortopédico y plantea serias dificultades en los momentos más comprometidos.
El juego se compone en su principal modo de juego individual ('Torneo') de ocho grandes escenarios y cuatro niveles de dificultad que iremos desbloqueando progresivamente conforme vayamos superando cada uno de ellos, divididos a su vez en varias pruebas en las que tendremos una serie de retos basados en la combinación de los elementos tiempo, supervivencia y puntuación.
Para afrontar estas misiones podremos seleccionar entre 6 personajes (más dos desbloquables) de lo mas variopinto, con los que recorreremos los lineales escenarios en los que nos tendremos que abrirnos paso a través de las hordas de enemigos con la munición y armas que vayamos encontrando por el camino.
La repetitiva mecánica del sistema individual la acompaña un modo multijugador que a pesar de no mostrar los signos de innovación ni explorar las posibilidad que un juego de estas características requiere, sí que concentra gran parte del encanto que esconde
The Club: picarse con los colegas y vacilar de puntuaciones imposibles. Así, con un máximo de ocho jugadores por partida, podemos seleccionar entre los clásicos Deatchmatch, Capturar la bandera y Caza del Zorro y un cuarto modo más curioso, Destruye la Calavera, en el que como su propio nombre indica debes hallar la localización de las insignias antes que tús enemigos.
Con
acertados diseños protagonistas muy canallas y una marcada estética urbana-callejera, la creación de Bizarre sin embargo falla en alcanzar las expectativas que hoy en día deberíamos exigir en los productos de las consolas 'de nueva generación'. Aunque los decorados son correctos (y especialmente bellos en algunas fases como la de Venecia)
y el juego no presenta problemas de fluidez, los modelados de los enemigos son extremadamente genéricos y repetitivos, por no hablar de una inteligencia artificial escasa y pautas de comportamiento muy autómataticas. El apartado sonoro es más bien justito, limitándose a cumplir la función de pasar inadvertido mientras estamos en plena faena. Eso sí, destacar el buen hacer de
SEGA Europa, que
trae el juego a nuestro país completamente traducido y doblado al castellano.
No podemos dejar de destacar llegados a este punto
una de las características definitorias del juego y que puede frustrar a más de un jugón que se espere, a juzgar por el envoltorio, otra cosa diferente. The Club premia la memoria y la capacidad táctica para afrontar las situaciones por encima del desarrollo realista o la coherencia de la acción. De este modo, y volviendo a la intención de sus creadores de recuperar la esencia de los matamata de antaño, todas las fases del juego están programadas con unas pautas que se repiten partida tras partida: para alcanzar la máxima puntuación posible, tendremos que memorizar al dedillo el 'recorrido' de todos los escenarios, pues nuestros enemigos aparecerán siempre de los mismos sitios y con comportamientos automáticos, como si de un shooter sobre raíles se tratara, eliminando cualquier atisbo de aleatoriedad.
Completar la aventura en su modo individual, por tanto, no debería llevarnos más de 10 horas, arriesgando de este modo su rejugabilidad a que se entre en la mecánica y el espíritu propuesto por la desarrolladora y el interés del jugador por obtener las mejores puntuaciones y desbloquear de paso todas las fases, armas, condecoraciones y niveles de dificultad.