Quizá el punto en el que más patine
Tekken 8 sea en la capacidad para innovar y sorprender al jugador más veterano. Más allá del potente salto gráfico - que ya es algo a valorar - y las mejoras jugables, el título se presenta más como una evolución del 7 que como una reinvención, algo que le pasa factura especialmente en el modo historia. La batalla entre
Kazuya y Jin toma el relevo a la pelea contra
Heihachi, pero es el hilo conductor total del 90% de los acontecimientos, dejando al resto de personajes muy de
comparsas. Incluso la inclusión más destacable argumentalmente en la trama,
Reina, queda en un segundo plano en esta batalla... Que ya hemos visto en demasiadas ocasiones. Tampoco ayuda que el juego solo presente a 3 personajes nuevos (y la evolución natural de Jack, típica de cada entrega numerada), aunque la parte positiva es que el modo historia es más compacto y cinematográfico.
A nivel jugable, el sistema
Heat es también una evolución del
Rage, y es muy interesante que se premie tanto el ataque, porque hace los combates más directos y divertidos... pero tampoco nos da la sensación de ser algo
revolucionario. Y lo mismo pasa con la vuelta del
Tekken Ball o el arcade individual, son detalles muy de agradecer, pero que no reinventan la rueda. El mayor acierto ha sido el modo
Arcade Quest, que si bien es un tutorial ampliado, le da mucha más profundidad al desarrollo y hace más accesible la experiencia para un jugador. Sumando todas estas partes sí podemos hablar de una evolución sobre la entrega anterior, pero desde luego no de una
revolución.