Una de las mayores fortalezas de
Super Mario Bros. Wonder es su impresionante gameplay, siendo uno de los mejores plataformas con desarrollo 2D que han pasado por nuestras manos en los últimos años (con permiso de
Tropical Freeze, que es menos asequible, Celeste u Ori). Sus fortalezas son una enorme libertad de juego gracias a los power ups, niveles perfectamente diseñados y tremendamente rejugables, sorpresas todo el camino que consiguen que cada desafío sea único y la fórmula de
fácil avanzar, difícil hacerlo al 100% que ya hemos visto en cada saga. Hay desafíos para todas las habilidades de juego, desde los más habilidosos a los recién llegados, además de personajes especiales (los
Yoshi y
Caco Gazapo) invulnerables a los enemigos, y encima la genial idea de las insignias para compensar aún más nuestras debilidades.
Correr un poco más rápido, ejecutar
backflips, saltar más alto o más largo... incluso salvarnos una vez de una caída a la muerte. A lo largo de la aventura y superando distintos retos (en este caso, sin pérdida de vidas) podemos conseguir insignias especiales que harán avanzar (o conseguir algún item en la fase) algo mucho más sencillo y divertido. Esta nueva mecánica, junto a un mayor número de banderas para continuar durante las fases, hace desaparecer la versión de
Mario Tanooki Dorado al perder muchas vidas, algo que frustraba igualmente a muchos jugadores. Aquí conseguir vidas es más sencillo que nunca (podemos comprarlas con monedas a un precio muy razonable), y aunque en los niveles más avanzados las perderemos con velocidad y alegría (o si jugamos a 4, todavía más rápido) la sensación de recompensa y
mejora constante es todo un acierto.