Una tormenta azotando el misterioso
árbol Tanuki y el secuestro de la princesa es la excusa argumental para que
Mario se estrene en
Nintendo 3DS con su primera aventura plataformera;
Super Mario 3D Land es un bonito homenaje a las
primeras aventuras del fontanero (especialmente a Super Mario 3), pero convirtiendo los niveles en
desafíos 3D, aprovechando el potencial de la nueva portátil de
Nintendo.
Mario suma a los típicos movimientos atléticos de sus aventuras 3D
poderes clásicos como la Flor de Fuego (permite lanzar bolas ígneas) o el traje Tanuki (con el que planearemos y golpearemos con giros de cola) y otras habilidades nuevas, como el disfraz de
lanzador de bumeráns o una caja-helicóptero.
La aventura principal consta de casi 50 fases (más si contamos el mundo extra desbloqueable), e incluyen retos de todo tipo, desde plataformas típicas a
casas de los fantasmas, barcos voladores o fortalezas con enemigos finales. La curva de dificultad, aunque suave, está perfectamente medida
y hace la aventura accesible a todo tipo de jugadores gracias a una vuelta de tuerca sobre la super-guía; si perdemos 5 vidas consecutivas aparecerá un traje de mapache especial que nos hace invencibles, y si aún así se nos resiste el desafío, al perder 10 vidas conseguiremos una caja que nos llevará directamente al final del nivel.
Posiblemente
el punto más fuerte del juego sea el diseño de niveles, cortos (pueden terminarse en pocos minutos cada uno) pero
terriblemente imaginativos, listos para asombrar al jugador. El equipo ha querido sorprendernos reuniendo nuevos desafíos plataformeros (algunos, vueltas de tuerca sobre lo visto en la saga
Galaxy) con
espectaculares juegos de cámara que consiguen dejarnos boquiabiertos con la sensación de profundidad; la portátil realmente multiplica la inmersión 3D, hace más fluido e intuitivo el movimiento en entornos libres, y suma diversión a la experiencia. En nuestro caso particular hemos disfrutado especialmente en las fases de agua y en las que tiene cámara superior (los vertiginosos descensos / ascensos), aunque se disfruta durante toda la aventura y el genial diseño de niveles es un
reclamo para seguir jugando, y ver cuál será nuestro próximo desafío.
Para alargar la experiencia tenemos las típicas
3 monedas escondidas en cada una de las fases, monedas que además son necesarias para desbloquear todos los niveles que esconde el juego; esto nos obligará a ser creativos e intuitivos explorando y registrar los niveles (lo que es un placer). Conseguirlas todas tiene
un mundo extra de recompensa, un desafío para los auténticos amantes de las plataformas, donde veremos como nuestras vidas van cayendo con peligrosa rapidez... Aunque la recompensa está a la altura del reto: un personaje extra para rejugar la aventura, el carismático
Luigi (que tiene su propio salto).
Sin embargo, no todo es bueno. Toca ahora hablar de los puntos menos brillantes del cartucho,
fallos pequeños y fácilmente perdonables, pero que deslucen lo que podría haber sido una obra maestra. Destacamos cuatro:
- Que fases sean tan cortitas es un arma de doble filo, ya que una vez superadas (algunas veces, a la primera) es fácil olvidarse de ellas. Rejugarlas no tiene más valor que explorar para conseguir las monedas, pero incluso estas no son demasiado difíciles de conseguir en una primera partida, especialmente en los primeros mundos. La idea de niveles lineales,
sin misiones extra o salidas ocultas hace el juego más corto y menos redondo que otros títulos de
Mario.
- Salvo alguna excepción puntual, la sensación de reto no llega hasta el octavo mundo, y las pantallas especiales, al menos para los veteranos en las aventuras del fontanero. Por supuesto la fórmula sigue siendo (muy) divertida, pero parece más enfocada a agradar a nuevos jugadores.
- Echamos de menos un auténtico analógico para el fontanero, el
slider lo simula, pero hay que pulsar un botón para correr. Tampoco entendemos por qué no hay edición de botones, y el menú es minimalista.
- El
Streetpass está desaprovechado. La idea de compartir cajas de pruebas que dan premios con otros jugadores no es mala, pero es demasiado sencilla; si nos hubieran permitido crear las
cajas sorpresa a nosotros quizá otro gallo cantaría...
En resumen,
un estupendo título plataformero, aunque con algunas aristas que le hacen quedarse un pasito por detras de las mejores aventuras tridimensionales de Mario, el innovador Mario 64 y los dos geniales Galaxys; quizá si se rompió la fórmula clásica de la saga para dar sensación de mundo a explorar, fue por algo... Con todo,
Super Mario 3D Land es el mejor juego creado por Nintendo para 3DS en su primer año de vida, y su experiencia engancha desde los primeros minutos de juego hasta los últimos (y peliagudos) niveles. Uno de los grandes de la consola, imprescindible para los fans del fontanero.