El paseo que nos vamos a dar por este mundo es bastante gratificante, al menos durante todo lo que dura. Vamos a visitar diferentes entornos, nevados, en el interior de casas o incluso de un enorme templo, pasar por diferentes situaciones de peligro que podremos solventar con relativa facilidad fijándonos en el entorno y generalmente a la primera, alejándose de juegos como Limbo que es más ensayo y error en muchas de sus situaciones. Al no tener una historia clara definida (la protagonista se despierta y es perseguida; punto), pasaremos más tiempo simplemente moviéndonos en una dirección sin mucho que hacer (literalmente) y sin conocer lo que le preocupa a su protagonista o lo que está sucediendo a nuestro alrededor. Si lo comparamos con otros juegos similares, como Journey o Inside, no nos sentimos atraídos por lo que estamos viendo ni lo que está sucediendo a nuestro alrededor, y aunque es realmente bonito y relajante,
en casi ningún momento sentimos que estemos ante un reto de ningún tipo, o incluso que la historia o su protagonista quieran contarnos algo que queramos averiguar o saber.
La duración es también otro problema. La primera vez que juguemos pueden ser algo más de dos horas en las que vamos a morir muy poco y donde vamos a conseguir logro tras logro sin casi hacer nada más que avanzar y saltar en un par de ocasiones. Hay un logro por terminar el juego antes de una hora y media, el cual también es relativamente fácil de conseguir tras la primera partida, así que
Stela es de esa clase de juegos o experiencias para hacérsela una vez y dejarla de lado, o bien para que juegue alguien que busque algo diferente y sencillo, y aún así no sabrá muy bien lo que está sucediendo en ningún momento y hará más bien poco. El intento por conseguir algo inmersivo ha sido más bien fallido.