Ha vuelto a pasar. Poco más de dos años después
nuestro amistoso vecino Spider-man surca de nuevo los cielos de Manhattan, para deleite de los millones de personas que han vuelto a disfrutar de la secuela de una de las películas más esperada de los últimos años; millones de personas que han sabido apreciar el impresionante trabajo de
Sam Raimi y su equipo, quienes, una vez más, han sabido rendir homenaje a uno de los mejores personajes de ficción jamás creados, confirmándolo como el icono a nivel mundial que siempre debió ser.
A pesar de los rumores iniciales que lo situaban fuera de la superproducción de
Columbia Pictures, Tobey Maguire vuelve a enfundarse el traje del trepamuros en una película en la que vuelve prácticamente todo el casting de la anterior entrega, desde
Kirsten Dunst como la dulce
Mary Jane a
James Franco como
Harry Osborn, el mejor amigo de
Peter Parker y obsesionado con la muerte de su padre 'a manos' de Spider-man.
Entre las nuevas caras, merece la pena destacar por su importante papel en el devenir de los acontecimientos a
Dylan Baker en el papel del
Doctor Curt Connors (quien en el futuro ¿lejano? se convertirá en el
Lagarto),
Daniel Gillies como
John Jameson, hijo de
J.J. Jameson, editor del
Daily Bugle y detractor a ultranza del cabeza de red, y la incorporación más importante,
Alfred Molina como el temible
Doctor Octopus, que toma el relevo del
Duende Verde como encargado de ponerle las cosas extremadamente difíciles a nuestro héroe en esta secuela.
Una cosa que tenía muy clara
Sam Raimi desde el principio es que quería que esta segunda parte fuera aún mejor que la primera, que hicieran evolucionar al personaje y no limitarse a vivir del éxito de la primera parte. Para ello contrataron para guionizar el film a unos escribas de lujo:
Michael Chabon, ganador del Premio Pulitzer por las Asombrosas Aventuras de Kavalier y Clay, un canto a la edad de oro del cómic americano, y
Alfred Gough y Miles Millar, creadores y responsables directos de
Smallville, la serie que narra las aventuras del joven
Clark Kent antes de llevar la gran S en el pecho, y quienes en la actualidad se encuentran trabajando en el guión de
Iron Man, uno de los próximos lanzamientos de la factoría Marvel para dentro de un par de años.
Y la espera ha merecido la pena. A tan sólo dos semanas de su estreno en Estados Unidos, la segunda parte de
Spider-man ha recaudado ya casi 300 millones de dólares, rompiendo uno tras otros los impresionantes records que su antecesora había batiendo, haciendo coincidir, por extraño que parezca, a la crítica y público en que estamos ante una de las mejores películas del año.
El 14 de Julio es la fecha señalada por
Columbia España para que los aficionados españoles puedan acudir a las salas a disfrutar de esta fantástica producción, si bien para amenizar la espera Activison, como ya hiciera en el 2002 con la primera parte, puso a la venta el pasado 9 de Julio el videojuego oficial de la película.
Spider-man no es en absoluto un personaje ajeno al mundo consolero. Desde los tiempos de Atari, rara es la plataforma que no haya contado con al menos un par de juegos protagonizados por el lanzaredes. Con mayor o menor fortuna (el viejo Spidey ha probado suerte en una gran cantidad de géneros, fundamentalmente la lucha y las plataformas), prácticamente todas sus encarnaciones han quedado plasmadas en las consolas de todos los bits.
Con alguna honrosa excepción, que depende en gran medida del gusto subjetivo de cada uno y del interés por el personaje de la Marvel, gran parte de todos estos juegos rozaba la mediocridad y no estaban a la altura que nuestro arácnido merecía.
No obstante, allá por el año 2000
Activision lanzaba para la PSX un videojuego que respondía al nombre de Spider-Man a secas que se situaba en la línea adecuada, aquélla por la que debía avanzarse si quería alcanzarse el espíritu del Hombre Araña y alcanzar el corazón de sus incondicionales.
Tras una segunda parte para las 32 bits, y la adaptación de la primera película para la negra de Sony, llega a las estanterías este
Spider-man 2, un juego que culmina el proceso empezado años atrás convirtiéndose, sin lugar a dudas, en el mejor juego jamás hecho del Hombre Araña y uno de los juegos a tener en cuenta del año.