Aunque la encarnizada pero entrañable
batalla de mascotas que protagonizaron
Sonic y Mario allá por la época de los 8 y 16 bits hace ya muchos años, y que afortunadamente
quedó zanjada, el erizo de Sega sigue contando con una legión de sufridos seguidores que siguen esperando el regreso a la tantas veces prometida gloria de su querido velocista azul.
Sonic Generations es el último órdago de la compañía nipona, que echa toda la carne en el asador para
celebrar el vigésimo aniversario de su carismático personaje e intentar recuperar el lustre perdido.
Las claves de esta apuesta son dos, principalmente; por un lado,
concentrarse exclusivamente en la esencia de la saga, recuperando los elementos más celebrados por la crítica y
desechando cualquier disparate pasado que aleje al jugador de la experiencia original.
El otro pilar de esta entrega es la nostalgia, buscando desde la mismísima melodía de inicio la
conexión emocional con el aficionado de toda la vida.
La historia de
Sonic Generations es el hilo conductor al servicio de las dos directrices antes mencionada: Un villano misterioso y chusquero ocasiona una fractura en el espacio-tiempo que provoca la desaparición de los amiguetes de nuestro protagonista al tiempo que hace converger
dos líneas temporales: el pasado, donde habita el Sonic rechoncho y divertido original, y el presente, con
el personaje estilizado y rechulón en que se convirtió cuando diera el paso a las 3D. Los dos héroes tendrán que unirse para salvar a su pandilla y de paso, el mundo. La buena noticia es que, a diferencia de pasadas entregas, el argumento nos incordiará en muy contadas ocasiones, con lo que no se lo tendremos demasiado en cuenta.
El desarrollo de la aventura viene a ser una nueva muestra de esa determinación por centrarse en la esencia del personaje. Pese a contar con una suerte de HUD explorable sencillo en el que seleccionaremos fases y accederemos a los diferentes desafíos y enemigos finales,
el desarrollo del juego es completamente lineal. El juego consta de 9 mundos principales que reimaginan algunas de los escenarios más célebres (y celebrados) de la extensa historia del personaje. Cada mundo está además dividido en dos fases,
una primera que jugaremos con el Sonic y jugabilidad clásicos, en 2 dimensiones, y otra que recrea el mismo escenario en 3 dimensiones, para el que asumiremos los controles y estilo de juego modernos.
Por cada dos mundos que superemos, tendremos acceso a
diferentes desafíos o minijuegos que deberemos solos o acompañados por otros personajes del universo de Sonic en función de su modalidad. Los hay de todo tipo: de velocidad, carreras, de habilidad con vehículos o incluso de exploración, entre otros. La gran mayoría serán opcionales, pero tendremos que superar algunos para recuperar unas llaves que nos conceden el acceso a los enemigos finales (que por cierto resultan bastante espectaculares a pesar de ser sencillotes).
La jugabilidad está depurada en ambos casos, aunque es en las fases clásicas en 2 dimensiones donde el título brilla con luz propia, con un control, físicas y respuesta del pad sin apenas fisuras que consiguen emular a los grandes éxitos de la historia del erizo. Esta opinión estará inevitablemente influenciada por la morriña de quien ha mamado a Sonic desde sus inicios, pero no es menos verdad que
las pantallas de desarrollo moderno, aunque refinadas (apoyándose en gran medida en el buen trabajo realizado en el anterior Sonic Colors de Wii), siguen mostrando problemas heredados del pasado, con cámaras que no hacen lo que deberían y un control a veces impreciso, ortopédico e injusto.
La selección y diseño de los mundos es excelente, en ambas vertientes jugables. Los más acérrimos lamentarán que se hayan olvidado de sus estancias favoritas u otras míticas, pero lo cierto es que es una gozada revisitar fases legendarias como Chemical Plant, Sky Sanctuary o, no podía faltar, Green Hill. La gran mancha objetiva en este aspecto es que se han acabado quedando muy cortos.; Además de que la dificultad es muy justita,
no nos ha llevado más de 6 horas superar sin grandes problemas la aventura principal y una buena parte de los retos adicionales.
Una vez finalizado, el juego propone un nuevo nivel de dificultad y no son pocos los desafíos complementarios o coleccionables a desbloquear (habilidades nuevas, arte, música, vídeos, ¡o incluso la primera entrega de Sonic en Megadrive de regalo!), pero
la ausencia de online o material jugable de peso le resta empaque a la producción.
A nivel técnico, Sonic Generations rinde por debajo de las posibilidades de las máquinas que lo alojan. Aunque se trata de un juego de aspecto desenfadado y cartoon que funciona generalmente bien, los
horrorosos dientes de sierra, problemas de v-sync y las ralentizaciones (cuando no paralizaciones), entre otras cosas, dan una imagen algo pobre y descuidada que no hacen justicia al producto final, máxime si lo comparamos con otros exponentes del mismo género que rinden infinitamente mejor en plataformas técnicamente inferiores.
Llega eso sí en perfecto castellano, tanto traducido como doblado, lo cual es un puntazo a favor de los chicos de SEGA España.