Análisis Samurai Warriors 4 Empires - PS4, PS3, PS Vita

Nos gusta la libertad de decisiones y gestión que ofrece Empires dando lugar a un juego mucho más complejo y profundo, lleno de acción como es normal en la saga pero con una muy buena integración de las ordenes en batalla y la gestión del ejercito y castillos. Aparte del clásico modo campaña disponemos del modo génesis el cual nos da la libertad para configurarnos la partida hasta el más mínimo de talle y que hace rejugable el título todo lo que queramos.

El modo online se limita a jugar con un compañero, algo que se agradece pero echamos en falta batallas de varios jugadores unos contra otros.

Otra entrega más nos quedamos con localización al castellano, Koei sigue sin cuidar al público español y los que no sean duchos en la lengua de shakespeare se perderán la historia además de tener complicado entender el correcto funcionamiento del modo castillo.

El juego tiene de base la anterior entrega y mantiene todo lo visto en él, modo rabia, los ataques hipe y el control de dos héroes en batalla. Los objetivos siempre son los mismos batalla tras batalla y se echa en falta variedad de situaciones y elementos novedosos, algo que ya adolecía su hermano mayor. Aunque jugando con un amigo la experiencia mejora un poco.

El juego nos ofrece en el modo campaña una serie de escenarios en distintos años de la época feudal de Japón, donde una vez elegido el clan al que queremos pertenecer de entre todos los que había en esos años, debemos llegar a conquistar los objetivos designados para lograr completar el escenario. Para ello debemos ir venciendo a los otros clanes y reclamando para nosotros sus territorios. Será clave la gestión del castillo o asignar ministros en determinados ministerios como el militar o económico. La correcta elección de los ministros entre nuestros generales será fundamental para obtener el mayor número de recursos tanto económicos como en comida para luego poder afrontar las batallas con un mayor número de generales y soldados.

En el castillo podremos reclutar nuevos generales, reclamar impuestos o segar los campos para obtener recursos o mejorar las armas en la tienda entre otra gran cantidad de opciones. Otra tarea fundamental será distribuir a los generales entre todos los territorios conquistados y mantener un número alto de soldados a su cargo.

El modo castillo con la gestión de ministerios, ampliaciones, reclutamiento de tropas y una amplia cantidad de opciones más es lo que sin duda enriquecen al título y lo destaca del resto. También nos ha gustado las interrelaciones de los generales que gestan amistades, matrimonios, némesis, protegidos... En función de las veces que luchen juntos o en contra, de si trabajan en un mismo ministerio y diversos acontecimientos más. Lástima que esto no influya en demasía en las batallas. Pero fuera del apartado estratégico la parte de la acción no tiene mejora significativa.

Una vez que nos lanzamos a la batalla si hemos juegado a Samurai Warrior 4 II nos encontraremos prácticamente con el mismo juego. Deberemos en cada una de las batallas acabar con el líder enemigo conquistando en el proceso las bases enemigas hasta llegar a él o si somos nosotros los invadidos aguantar el tiempo indicado o acabar con el líder enemigo. Mecánica repetitiva a la que se le echa en falta mucha más variedad de situaciones.

Al usar como base el juego anterior, tiene los mismos defectos que este, texturas de edificios y elementos mejorables, escenarios vacíos de vida y elementos interactivos, generación de elementos y enemigos demasiado cercanos e IA muy limitad. Por otro lado, la impecable y amplia banda sonora con una clara inspiración japonesa es toda una gozada.

El nivel gráfico del juego es correcto siendo lo mejor los personajes principales, los escenarios son grandes pero vacios y carentes de detalles apreciándose una línea de dibujado muy cercana para lo que debería ser un juego de nueva generación. Donde sigue dando la talla el estudio es en la banda sonora, regalándonos melodías fantásticas que resonarán en nuestra memoria aunque no estemos jugando.