A pesar de no ser un juego puntero, Roots of Insanity cuenta con algunos elementos que lo hacen divertido y que nos han gustado, aunque llevemos muchos años sin verlo. Hablamos de un juego que podría decirse que es difícil pero no porque los enemigos o lo que debamos hacer lo sean, sino porque
no nos dicen lo que debemos hacer y tendremos que averiguarlo mediante pistas en cartas en ocasiones, algo que puede resultar frustrante si lo que buscas son juegos muy guiados como son la mayoría de los que están en el mercado.
Aparte, tiene el problema de que en la mayoría de las ocasiones no sabremos qué hay que hacer, y mientras investigamos nos quedaremos sin baterías de la cámara estando totalmente a oscuras. Esto podría ser un gran aliciente para la tensión del juego, si no fuese porque en realidad no se ve nada y no se puede jugar, teniendo que cargar una partida anterior o, incluso, tener que empezar el juego. Es uno de los peores elementos del juego que hará que tengamos que aprendernos de memoria los pasos a dar como si fuese alguno de esos juegos clásicos de hace tiempo, pero que gustará a los más nostálgicos o incluso a los aficionados a los juegos difíciles.