No existe un juego como Prey en la generación actual de consolas, ni en las anteriores. Se podría comparar lejanamente con algo como Bioshock por la forma de contar la historia y por ser una aventura con toques de shooter. Sin embargo, hay varios elementos que hacen de este juego uno único en su especie, como son sus armas, sus mejoras y sus enemigos. Por el lado de las armas, tenemos el cañón gloo, el cual se puede utilizar para paralizar enemigos, ponerles una barrera y bloquearlos, o incluso
crear plataformas que nos permitan explorar el entorno de muchas formas distintas. Esto último será opcional en muchas ocasiones, pero que cuando lo empezamos a utilizar, nos daremos cuenta que nos da una gran libertad.
En cuanto a los enemigos, los más pequeños están los miméticos, que son
pequeños enemigos capaces de convertirse en cualquier objeto del juego. Y decimos literalmente, ya que ver (por ejemplo) una silla que al acercarnos se convierta en enemigo y nos ataque por sorpresa es algo que nunca antes se había visto en un videojuego. Estos no serán los únicos tipos de enemigos que encontraremos, siendo incluso los más débiles, pero la raza Tifón (los alienígenas) del juego también están lleno de posibilidades y encontraremos enemigos más grandes y mucho más duro de destruir. La verdadera gracia del enfrentamiento contra los enemigos reside en que
en la mayoría de las ocasiones, lo más inteligente es evitarlos, pasando desapercibido (como si de un juego de infiltración se tratase, que también podemos hacerlo).
A estos elementos hay que sumar muchos otros pequeños detalles, como la mejora del personaje gracias a los neuromods, el
poder convertirse el jugador en objetos como los enemigos, que nos permitirán pasar desapercibidos de los enemigos, o incluso pasar por zonas más pequeñas convertidos en una taza. Todos estos elementos unidos hacen una combinación única, y lo mejor de todo es que funcionan muy bien, creando un videojuego realmente innovador.