Análisis Pikmin 1 + 2 : El origen de la franquicia sigue siendo sinónimo de diversión

Terminar Pikmin 1+2 nos llevará fácilmente más de una treintena de horas, unas 10-12 para la primera aventura (sobre todo, si jugamos sin guía, y queremos ver alguno de los finales alternativos), y casi el doble para una secuela que tiene muchísimos más desafíos gracias a las cuevas (que se generan proceduralmente) y a la posibilidad de competir con otro jugador a pantalla partida.



Si nunca hemos disfrutado de la experiencia Pikmin estamos ante un excelente punto de entrada para la saga, aunque ojo porque el primer título sigue siendo muy despiadado con los jugadores novatos por un sistema de tiempo que no perdona los errores. La secuela, por otro lado, es más flexible y amigable, y aunque hereda la trama principal (un tanto torrona) puede ser el mejor punto de entrada para nuevos jugadores.

El sistema de juego de Pikmin 1+2 funciona como un reloj, y nos permite controlar a todo un pequeño ejército de criaturitas de una forma rápida, divertida e intuitiva. Gracias a un divertido sistema de gestión iremos avanzando y multiplicando el número de criaturas, pero luego llegarán los retos: saber cuándo guiar a los Pikmin para salir de un peligro, o cómo aprovechar la debilidad de un enemigo, cuando el lanzamiento es nuestra mejor arma o el momento justo para usar los elixires que multiplican su fuerza es clave para ganar.



Sin embargo, para nosotros lo mejor sigue siendo formar parte del curiosísimo ecosistema del juego, y aprovechar las características únicas de cada uno de los Pikmin; resistencia al fuego, electricidad, saber nadar, manipular bombas, luchar con más fiereza, aprovechar su peso... incluso dejarse comer para envenenar a los rivales. Resulta sorprendente poder encontrar nuevas estrategias de combate incluso más eficaces 20 años después de nuestra primera partida.

Quizá el punto más flojo de Pikmin 1+2 sea su capacidad para sorprender al jugador, especialmente si este ya ha jugado a los originales, o a Pikmin 3 (que incorpora nuevas mecánicas). No hay novedades de peso más allá del control, no se han añadido extras que puedan darle un valor para los fans que ya disfrutaron de los juegos en GameCube o Wii, e incluso se han retirado algunos de los divertidos 'tesoros' de los originales por problemas de licencias, dejando elementos más básicos.



No todo es malo; la fórmula Pikmin ha envejecido sorprendentemente bien, y resulta un placer volver a controlar a nuestro mini-ejército para enfrentarse a todo tipo de peligros, desde un entorno hostil a potentísimas criaturas que pueden destrozarlo en pocos segundos. El diseño de niveles sigue siendo un ejemplo.

Sin llegar a ser tan sorprendente como el remaster de Metroid Prime, Pikmin 1+2 hace los deberes y consigue un sólido salto a la alta definición, manteniendo un sólido funcionamiento a 60 FPS y con un fantástico rendimiento. Es cierto que hay algunas texturas que podrían haberse mejorado más (en especial, las de las ramas desplegables, o algunas partes de suelo), pero en general todo se sigue viendo muy bonito, colorido y vibrante, especialmente si disfrutamos del juego en modo portátil.



La banda sonora sí es un sobresaliente directo, gracias a una gran variedad de divertidas composiciones para la exploración y creación, que se hacen más emocionantes al acercarse las batallas contra los jefes finales. Seguimos, eso sí, sin voces (solo ruiditos), pero ambos juegos nos llegan perfectamente traducidos, y con mucho sentido del humor.