El flamante nuevo motor gráfico desarrollado por Kojima Productions es el epicentro sobre el que se ha construido la base de un replanteamiento integral de la saga
Pro Evolution Soccer, buscando que la haga nuevamente valedora del prestigio que se merece. En este sentido,
PES 2014 responde con rotundidad a las críticas de quienes señalaban el estancamiento aparentemente irremediable en el que había caído la franquicia desde prácticamente la llegada de Playstation 3 y Xbox 360.
Y es que el Fox Engine luce de maravilla: el aspecto gráfico de los jugadores, en cámaras cercanas y repeticiones, es muy llamativo y espectacular, la física del balón es posiblemente la mejor que hemos visto en un juego de fútbol hasta la fecha, la iluminación y representación del estadio y ambiente de juego es estupenda y resulta muy apreciable (y aplaudido) el trabajo desempeñado en las animaciones, mucho más suaves y realistas ahora, y en el ritmo de juego, más pausado y ajustado a la simulación.
El inevitable punto negativo de la implementación de la nueva tecnología desarrollada en el seno de Konami viene determinada, o al menos esa es la impresión que tenemos en Ultimagame,
por el implacable carácter anual de la saga. Ya desconfiamos cuando se anunció que la franquicia no daría este año el salto a las consolas de nueva generación ni tan siquiera a la Wii U o la PS Vita, una sospecha que se acaba
confirmando por las carencias de las que hace gala PES 14, propias de un tiempo de desarrollo abiertamente insuficiente: la transición en las animaciones y especialmente la respuesta del jugador resulta tosca y lenta en los momentos que exigen mayor precisión y rapidez, las colisiones y forcejeos no terminan de funcionar como deberían, y a un nivel más puramente técnico, resulta injustificable que las principales estrellas tengan un aspecto tan fidedigno y espectacular, mientras que a las segundas espadas y los jugadores más desconocidos no los reconocería ni su propia madre, por no hablar de problemas que hasta ahora parecerían haber quedado atrás no una sino dos generaciones anteriores, como la imposibilidad de incluir efectos meteorológicos en el juego como lluvia o nieve.
En el campo puramente jugable, junto a la ya mencionada apuesta por el juego en el centro del campo que parte de un ritmo más pausado y realista, que gana curiosamente en fluidez,
destaca el protagonismo que adquiere el uso del segundo stick para numerosas acciones tanto ofensivas como defensivas, desde los consabidos regates hasta hacer carga con el cuerpo para liberarte de tus atacantes o forcejear con el contrario. También nos ha gustado mucho el sistema de pases y disparos manuales que nos permite con intuitivas señales gráficas un mayor control de nuestro juego; aunque es graduable a gusto del jugador y resulte bastante extraño sobre todo en los primeros disparos, desde aquí aplaudimos la apuesta por lo manual sin renunciar a la sencillez.
Otra cosa que nos ha resultado muy curiosa es la
relevancia en esta entrega del estado de ánimo de los jugadores, representada por una escala de colores que parece variar en función tanto de los eventos del partido (remontar un resultado en contra o empezar ganando, por ejemplo), como la propia actuación individual del jugador. No llega a resultar determinante, pero ayuda definitivamente a la inmersión.
Los modos de juego son los clásicos, sin novedades. Por el lado offline, además de las pachanguillas rápidas y los consabidos torneos, el modo principal sigue siendo la
Liga Master, que alterna los eventos de juego con determinados elementos de gestión técnica del club y los jugadores.
La alternativa es el conocido Ser una leyenda, en el que controlamos a un único jugador real o creado por nosotros, incluyéndose este año la posibilidad de elegir a un guardameta. Recomendamos también probar el nuevo modo entrenamiento, un completo tutorial que nos ayudará a familiarizarnos con las novedades jugables.
El apartado online, por su parte, ni mancha ni limpia. Junto con la conocida Liga Master están los modos clásicos de juego, con sus partidos amistosos, por ránking, torneos y partidos cooperativos con más jugadores.
Aunque hasta ahora hemos evitado conscientemente las referencias a su eterno rival (por considerarlas injustas), lo cierto es que resulta inevitable mencionar que, pese al incremento de licencias y el esfuerzo realizado por Konami al respecto, los más aficionados al balonpié no pasarán por alto el abismo que separa al respecto a FIFA y PES. Por la parte que toca a España, la liga BBVA está completamente licenciada (algo que no puede decirse, por ejemplo, de la liga inglesa), aunque se han perdido los estadios oficiales. Se ha apostado duramente por las competiciones sudamericanas y asiáticas, añadiéndose nuevas ligas y competiciones internacionales propias.
El juego llega como siempre en perfecto castellano, con comentarios de Carlos Martínez y Maldini. Aunque le ponen emoción y cumplen, no pasan del aprobado a causa de la construcción de frases cuasi cuasi robótica en algunas transiciones, las jugadas no dan la impresión de estar hilvanadas y son muy frecuentes los errores de bulto y el retardo en algunas retransmisiónes. El ambiente en el estadio, con cánticos y gritos de los espectadores está más trabajado y compensa, aunque en definitiva resulta algo desangelado.
Concluyendo, PES 2014 cambia el chip y pasa de ser la eterna promesa incumplida para convertirse en la primera piedra de un camino ante el que, por lo pronto, nos mostramos muy optimistas. Pese a las carencias técnicas y formales, PES 14 es un nuevo comienzo con pies y cabeza que cuenta con los suficientes elementos como para ilusionar a los aficionados a la saga, debiendo no obstante esforzarse duramente para convencer en el futuro a quienes desde hace tiempo juegan en el otro lado de la pista.