Una invasión de no-muertos es la excusa argumental con la que arranca
Medieval Moves, que nos mete en la piel de un joven príncipe convertido en guerrero-esqueleto; con un claro enfoque para los más pequeños, el juego tiene un desarrollo bastante simpático y mucho sentido del humor (por ejemplo, nos recuperamos de las heridas
bebiendo leche).
Con diferentes armas (espada y escudo, arco, estrellas ninja, y, ocasionalmente, dinamita) nos iremos abriendo camino entre ejércitos de esqueletos. El control de cada arma está basado en lo que vimos en
Sports Champions (no en vano, el equipo es el mismo), pero la mezcla no termina de funcionar del todo bien. Hay que agitar demasiado la espada para golpear a los enemigos, y el control no es precisamente 1:1; el arco tiende a irse con facilidad, y la dinamita (que se activa tapando la bola) puede jugarnos alguna mala pasada al sacar un mando de la zona de juego. El juego nos ofrece la opción de
jugar con dos mandos, pero esto mejora algunas cosas y perjudica otras; el escudo se hace más fácil e intutivo de utilizar, mientras que el arco se convierte en algo más engorroso y complicado (y falla más).
El punto que menos nos ha gustado es que
nosotros no podemos elegir la dirección de movimiento, el juego nos guía y nos para donde él quiere para que luchemos. No hay forma de utilizar el mando
navigator (y no entendemos por qué, no parece que hubiera sido difícil de implementar adicionalmente) o detenernos más tiempo; esto hace la aventura menos interesante, y la búsqueda de objetos ocultos en la fase una cuestión más de suerte que de habilidad. Igualmente, las emboscadas de los enemigos se acaban haciendo muy repetitivas... También tenemos un gancho, aunque su uso (igualmente) está limitado a momentos puntuales, y
forzado por el juego; si no lo utilizamos, no avanzamos.
Terminar la aventura nos llevará varias tardes de juego (más por el cansancio que implica jugar que por la longitud de la misma, que puede completarse en unas pocas horas), aunque además de trofeos
se han añadido niveles de dificultad alternativa y 2 personajes adicionales. Más allá de ello, tenemos el modo multijugador, con
3 opciones de juego local a pantalla partida:
- Invasión: Un
survival que nos lanza hordas de enemigos. Podemos luchar cooperativamente (desafío por tiempo) o competitivamente (para ver quién acaba con más rivales).
- Defensa: Aquí la idea es cooperar con el segundo jugador para aguantar todo lo posible protegiendo una estatua de los ataques enemigos.
- Caldero: El más original del trío es este modo competitivo que
nos hace luchar contra hordas rivales para luego enviarle a nuestro rival un caldero lleno de huesos de enemigos vencidos, que se convertirán en monstruos... ¿Quién será el primero en caer?
Sin demasiadas pretensiones,
Medieval Moves es gráficamente correcto, y lo más destacable es el soporte 3D estereográfico (si nuestra TV lo permite). Con más variedad de localizaciones y tipos de enemigo la cosa hubiera mejorado... La banda sonora sigue un rumbo similar, limitándose a ambientar.
Mención especial merece la
ingeniosa traducción (en el original
Edmund se convierte en
Deadmund, y en la versión española nuestro héroe se llama
Rigoberto, y tras su maldición
Rigomuerto) y el
doblaje al castellano, de lo mejor del juego.