Después de 9 entregas, incluyendo una portátil en
GBA, el fontanero más famoso del videojuego y los personajes más entrañables del
Reino Champiñón dan el salto a la portátil de doble pantalla. Miniaturizado junto a sus amigos por
Bowser,
Mario tendrá que recorrer los distintos tableros coleccionando estrellas para vencer así al malvado quelonio y recuperar su tamaño normal.
Para estrenar sus populares fiestas en
DS,
Mario ha apostado por aprovechar al máximo las capacidades de la portátil. Así mezclar las posibilidades del control tradicional con la pantalla táctil y el micro dan como resultado decenas de pruebas distintas,
probablemente la colección más variada y refrescante desde las primeras entregas del juego. Más de
70 divertidos minijuegos muy intuitivos y de desarrollo sencillos son la sal del cartucho.
Las partidas ? y su ritmo ? siguen siendo la asignatura pendiente, y es que volvemos a tener que esperar cuatro turnos para jugar a un minijuego; esto ralentiza la acción y puede llegar a aburrir cuando ya conozcamos al dedillo los distintos tableros. Hablando de tableros,
tenemos los más pequeños de la saga, tanto que un jugador puede coger 2 ó 3 estrellas en una misma tirada? Como siempre, el sistema puede ser un poco injusto y deja demasiadas cosas al puro azar.
Los nintenderos veteranos saben perfectamente que el punto más fuerte de la saga
Mario Party es su modo multijugador, y en este punto el juego cumple a medias; sí,
tenemos un sólido modo multijugador con un solo cartucho, pero nos quedamos sin
Wi-Fi, con lo bien que le hubiese sentado a la saga poder enfrentarnos a jugadores de todo el mundo. ¿El problema? Que completar una partida con jugadores manejados por la CPU no es, ni de lejos, tan divertido como hacerlo con personas reales?
y jugar uno sólo se convierte a las pocas partidas en un aburrimiento, a pesar del modo historia o los secretos coleccionables.
Para arreglar este ?punto débil? de la saga,
Nintendo ha decidido añadir 6 juegos de puzzle (del estilo
Tetris, Columns?) que suman horas de partida y hacen del cartucho una estupenda elección para viajes, largas esperas?
Un detalle que nos ha gustado mucho
es que se haya incorporado una historia para justificar la fiesta y las ganas de conseguir estrellas, más allá de los tableros originales creados por la ?miniaturización? de los personajes, así como algunos minijuegos, derivados directamente de su pequeño tamaño. Así, aunque la fórmula básica del juego es la misma que en las 9 entregas anteriores recordaremos ésta por sus propios méritos.
Los minijuegos táctiles y los que usan el micrófono son un soplo de aire fresco a la saga; sí, en
Mario Party 6 y 7 también había micro., pero uno solo para todos los jugadores, y aquí todos los participantes tendrán que ponerse a soplar o gritar.
A nivel gráfico el juego hace uso de unas simpáticas ilustraciones 2D para ambientar la historia
y de unos aparentes modelados 3D para personajes y escenarios en los minijuegos; todo se mueve con suavidad, la cámara es buena (incluso cambia de una DS a otra) y el resultado final es muy correcto.
Quizá si se hubiese tirado de juegos multicartucho se podría haber pulido un poco más el apartado gráfico, pero el coste hubiese sido demasiado alto?
El apartado sonoro incluye melodías inspiradas y coloristas, y unos FX de calidad; eso sí, en partidas largas las melodías de algunos tableros pueden acabar cansando.
Una correctísima traducción al castellano es, como siempre, la guinda del pastel.