Como en otros muchos juegos, la innovación viene del lado de la imaginación a la hora de crear los escenarios, los enemigos y sus comportamientos, las situaciones en las que nos encontraremos y, sobretodo, los puzles que a cada paso nos asaltan. Y es que en muchos de ellos nos quedaremos con la duda de qué mente diabólica estaba tras de ellos y, sin embargo, nos encantará saber la solución una vez superados. Otro gran punto a su favor serán las situaciones, muy estilo juego de rol de tablero (esas que en los juegos más antiguos nos contaban con texto y que ahora podremos ver moverse delante de nuestras narices en forma de enemigos que se ríen y huyen bailando y nos tienden trampas, o incluso ciertas visiones que vemos a nuestro paso y nos dejan mensajitos desalentadores. A pesar de la gran cantidad de cosas que han metido nuevas con respecto a la primera parte, aun así se le echa en falta un toque revolucionario que llegue el género en otras direcciones (que aun sin ser imprescindible, se le echa en falta en ocasiones).