Impresionante, técnicamente sorprendente y con unos escenarios de fabulosas músicas llenos de belleza. Casi perfecto.
Para su estreno en
GameCube,
Dream Land posee un aspecto inmejorable. Gráficamente vamos a encontrarnos un juego mucho más que correcto, dónde los aspectos que más llaman la atención
son la suavidad con la que se desarrollan todas las carreras y la calidad de los escenarios, que nos dejarán boquiabiertos. Previamente dibujados a mano, la fantasía, colorido y originalidad que encontraremos en cada uno de ellos hace que perdonemos el bajo número (sólo 9 en el modo principal). Disfrutar de una carrera sin el menor atisbo de ralentización, desaparición de polígonos o brusquedad en la generación del escenario es siempre de agradecer, pero si a eso le añades ballenas voladoras surcando los cielos, o dragones de magma corriendo a tu alrededor, el resultado es asombroso.
Y aunque el apartado gráfico ha sido muy cuidado,
los mayores mimos han ido al sonoro. La música es espectacular en todos los modos, con algunos momentos dignos de pausar la carrera y disfrutar de las melodías, pero es que además cada uno de
los escenarios principales tiene 2 temas musicales diferentes, la normal y una oculta (normalmente un estupendo ?remix? de melodías clásicas de la saga). Eso sí, un pequeño tirón de orejas para los programadores por no incluir el modo Dolby Prologic II, aunque las melodías suenen gloriosamente si disponemos de un equipo que disponga de él.
Para aquellos que dispongan del adaptador de banda ancha, Nintendo nos brinda este juego con posibilidad de montar una
red LAN y enchufar hasta
8 consolas (con 8 teles) para participar
en carreras de hasta 16 participantes. Obviamente no es tan práctico como un modo on-line, pero siempre es de agradecer.
El único punto negro que hemos encontrado es
alguna pequeña ralentización en el modo City Trial con determinados vehículos, y aunque que el área de la ciudad es muy considerable nos parece imperdonable dado el potencial de la máquina.