Análisis Journey - Un viaje único en Playstation Network

Los creadores de Flower asaltan Playstation Network con Journey, un viaje único del que no podemos hablaros demasiado; primero porque el juego es una experiencia de descubrimiento y exploración, y adelantaros sorpresas sería hacerle daño a su punto más fuerte... Y segundo porque, como en todo viaje, los ojos del viajero son distintos, y cada jugador va a disfrutar de su periplo por las arenas de una forma distinta.



En Journey no hay grandes retos, no hay que cumplir con una agenda, incluso los secretos ocultos en las arenas son completamente opcionales; la idea es simplemente viajar y disfrutar del viaje, bien sea subiendo colinas y deslizándonos en las bajadas - aquí podemos utilizar el girómetro del mando o el segundo analógico -, bien sea volando y planeando gracias a los poderes mágicos de nuestro viajero y el poder que resuena en las ruinas.

El modo online nos ha parecido una experiencia única y muy original; durante nuestro periplo - con un poco de suerte - podremos encontrarnos con otro viajero, y hacer un tramo del camino juntos. Los dos personajes apenas pueden interactuar entre sí, no tenemos audio ni frases predeterminadas, ni siquiera veremos el nombre del jugador (o jugadora), pero de alguna forma se establece un lazo de unión invisible y nos sentimos más acompañados (y tristes si se va y nos quedamos solos). La idea es estupenda, pero nos hubiera gustado un poco más de versatilidad; entendemos que para nuestro primer viaje el planteamiento sea ese, pero los veteranos que ya han completado el juego al menos una vez podrían invitar a otros veteranos / amigos para realizar la ruta juntos, enseñarse secretos, estrategias de movimiento...



Con todo - sus fallitos incluidos, que para algunos jugadores no van a serlo en absoluto - la experiencia de Journey nos ha parecido única y altamente recomendable, una de las propuestas más sorprendentes de Playstation Network... Lástima que su precio de lanzamiento - 12.99 euros - sea un poquito alto para recomendarlo a todo tipo de jugadores (los que busquen una experiencia muy activa pueden aburrirse en poco tiempo), os recomendamos que antes le echéis un ojo a su fórmula, que para nosotros ha resultado cautivadora.

Terminar Journey nos llevará unas 3 horas, y la rejugabilidad está muy vinculada a nuestra forma de entender el juego; algunos jugadores podrán volver a disfrutarlo de otra forma, buscando viajeros novatos a los que ayudar... Aunque también es cierto que para otros la experiencia puede acabar en cuanto lleguen a su destino, y no hay razones de peso para rejugar la aventura (más allá de trofeos o algún secreto adicional), ni posibilidad de jugar con un amigo una vez terminado el viaje.

Journey es un viaje de descubrimiento, y como tal podemos jugarlo de forma pausada (explorando a pie lentamente), disfrutar deslizándonos por las dunas del desierto o incluso volar y planear gracias a la misteriosa bufanda de nuestro protagonista, todo con un control tradicional (2 analógicos) o aprovechando el sensor de movimiento. Por otra parte no hay sensación de reto ni una forma mejor de jugarlo, y eso nos lleva a un punto conflictivo, que en ocasiones el jugador pueda verse mucho más como simple espectador...

Sin dudarlo, el punto más fuerte de Journey - con muchísima diferencia - es lo original, sorprendente y único que resulta. Jugamos sin marcadores, sin problemas de tiempo, sin vida... Todo está enfocado a disfrutar de este viaje mágico, a maravillarnos con cada escenario, su propuesta artística y la música. Mención especial merece la incursión del multijugador, que ayuda a hacer todavía más única la experiencia de juego.

Gráficamente muy correcto, Journey tiene un apartado artístico de impresión y algunos efectos sorprendentes que disimulan a la perfección escenarios un tanto vacíos y minimalistas (aunque esto juegue en favor de la experiencia de juego, gracias a unos grafistas sobresalientes). Todo el viaje se resuelve sin cargas. El apartado sonoro sí está a un nivel sobresaliente gracias a una música dinámica que se adapta a las mil maravillas a nuestra forma de jugar.