Con la película de
Iron Man haciendo felices a aficionados y jeques hollywoodienses por igual, los chicos de Sega no han querido dejar la oportunidad de
capitalizar aún más a la gallina de los huevos rojos y amarillos con un videojuego multiplataforma que reúne con precisión casi enfermiza todos los topicazos que suelen perseguir a este tipo de adaptaciones.
Secret Level, los encargados del desarrollo, toman la imagen de los actores protagonistas para desarrollar un argumento que,
inspirado a grandes rasgos en el del largometraje, añade a la mezcla una serie de elementos directamente extraídos de los comics originales para alargar la vida del juego y además contentar a los fans más radicales, target esencial del título. Así, durante sus 5 horas largas de duración veremos desfilar a operativos de Maggia e IMA (o eso nos dicen, porque son prácticamente indistinguibles), nos enfrentaremos al Hombre de Titanio o a Whipplash y oiremos hablar del
Conde Nefaria, Natasha Romanoff (La Viuda Negra) o Danny Rand (Puño de Hierro) , en menciones con bastante poca gracia, nula traslación jugable y aún menor sentido del decoro argumental.
A los mandos del Vengador Dorado exploraremos por tierra y aire (en una
mecánica muy reminiscente del clásico Afterburner) una serie de
escenarios considerablemente amplios pero carentes de vida o personalidad. Casi desde el primer minuto, y una vez habituados a los complejos controles, nuestra función en dichos escenarios será la de ir completando
objetivos cuya única variedad la pone el número de enemigos/torretas/armamento a destruir.
Esta tónica se repite fase tras fase (tras fase) en un
ritual macabro que pondrá a prueba no sólo nuestra paciencia sino también nuestros nervios, pues los programadores incorporan un sentido de ?curva de dificultad? que pasa por poner en mapa a un número infernal de enemigos y proyectiles que convierte a la ya de por sí
caótica (por compleja) y plomiza (por repetitiva) jugabilidad en un teatro pesadillesco de cámaras imposibles que nos atormentará hasta en el nivel más básico de dificultad.
El apartado técnico evidencia el corto período de desarrollo del videojuego, pues frente a puntos remarcables como el
espléndido modelado del personaje principal y la suavidad e implantación de sus animaciones o un framerate razonablemente estable y algunas texturas resultonas, nos encontramos con un número escaso de escenarios vacíos e inertes con apenas elementos de interactividad, una variedad ridícula de enemigos y muy poca atención a los detalles, con una inteligencia artificial que tan sólo brilla en la ristra de hilarantes bugs que se reiteran durante la aventura, donde nos hemos topado con helicópteros que vuelan boca abajo, enemigos flotando en el aire o el mismísimo protagonista marcándose cha-cha-chás aéreos.
En definitiva, y sin haber probado versiones para consolas ?menores?, la impresión que nos queda es muy desangelada, como si se tratase de un producto a medio terminar,
muy por debajo de las posibilidades tecnológicas actuales.
En el otro extremo, la compañía de origen nipón es consciente de la importancia de la franquicia y de su
condición de best seller en potencia, por lo que nos llega a nuestro país completamente traducido y doblado, en un remarcable trabajo de localización que, si bien no cuenta con los dobladores del film original, se mantienen fieles y cumplen sobradamente su tarea, mejorando sensiblemente la inmersión.
Con una
ausencia absoluta de multijugador o modo online, la vida del título pasa por una serie de extras especialmente pensados para los aficionados y que van desde desbloquear las cinemáticas entre fases hasta
numerosos trajes que homenajean el recorrido comiquero de más de 4 décadas del alter ego de Tony Stark, pasando por algún nivel de dificultad extra, numerosas mejoras en la armadura que podremos adquirir con los puntos obtenidos en cada misión y un modo de supervivencia por objetivos que agradará a los más masoquistas.
La originalidad del producto de Sega se sustenta en la recuperación de un género, el de arcade de vuelo, que no se prodiga mucho últimamente y que
cuenta como principales bazas una propuesta de juego muy directa que huye de las grandes complicaciones. Dominar al personaje no es tarea sencilla, pero una vez lo hagamos disfrutaremos dando nuestros primeros pasos en el aire con él y haciendo algunas piruetas como desviar misiles o destrozar aviones en el aire.
Su principal problema en este aspecto, insistimos, es que estas rutinas se agotan a los pocos minutos, a partir de los cuales
caeremos en un bucle interminable de misiones reiterativas y millones de proyectiles de procedencia desconocida impactándonos sin piedad que nos hacen soñar con un juego que, de haber aprovechado las posibilidades del personaje y la franquicia, o de haber contado con un mayor tiempo de producción, podría haber sido mucho mejor. ¿Cuándo dicen que se estrena la segunda parte?