Sin duda el punto más fuerte de
God Eater 2: Rage Burst es su duración. Una vez nos acostumbremos al sistema de misiones - que tiende a ser un poco repetitivo, aceptar una misión, montar un equipo, ir a luchar con Aragami, vencerlo atacando sus puntos débiles y
devorarlo con nuestra arma - y empecemos a potenciar a nuestro
cazador, desarrollando su auténtico potencial de combate
tenemos decenas de horas llenas de acción y combates espectaculares, bien solos (aquí entra en liza la
personalidad de nuestros compañeros, con los que podemos mejorar nuestra relación) o luchando junto a amigos u otros jugadores.
Por supuesto, todo mejora si podemos disfrutar de la experiencia con otros jugadores (especialmente amigos), aunque
antes hay que pasar por un complicado lobby para juntarnos todos y empezar la misión juntos. Una vez Jugando online la experiencia suele ser bastante buena (salvo caídas puntuales), aunque aún puede pulirse mucho la fórmula de juego.