Ambicioso, espectacular, dinámico... Hay muchos adjetivos para calificar
Final Fantasy XIII, pero no todos son positivos: lineal, irregular, lento en arrancar... Como en cada nuevo capítulode la franquicia hay
importantes cambios que encantarán a unos fans y decepcionarán por completo a otros, aunque hay que reconocer
el espiritu evolutivo de la saga (aunque en este caso más podríamos hablar de un
golpe de timón que de una evolución, técnica o jugable).
Analizar el sistema de combate de
Final Fantasy XIII - turnos activos, controlando a un personaje - es complejo,
porque las auténticas posiblidades de la mecánica de lucha no despuntan hasta las 10-12 horas de juego, consiguiendo que en las primeras horas muchos jugadores puedan desanimarse y ver una
involución en los combates, frustrándose por no poder controlar a todos los héroes o controlar realmente a un héroe. Afortunadamente esto va cambiando paulatinamente y horas después podemos disfrutar - bastante - con buenas dosis de estrategia, un repertorio interesante de ataques con ventajas e inconvenientes y los distintos papeles que pueden tomar nuestros protagonistas (protectores, atacantes...). Los enemigos también evolucionan
e incluso encontraremos bestias capaces de transformarse en plena batalla, un punto brillante.
En el lado positivo encontramos la
evaluación de nuestra forma de luchar - recompensándonos más mientras mejor lo hagamos -, que
es todo un acierto, un punto sobresaliente que esperamos esté en los próximos RPGs de la compañía porque nos obliga a esforzarnos en todo momento, y ayuda a paliar el problema de los
combates sin emoción.
Las invocaciones - uno de los puntos más emblemáticos de la saga -
forman parte de los aspectos polémicos de este nuevo Final Fantasy XIII. Más allá de su importancia en la batalla - que no es poca - o de su interesante mecánica (antes de liberar todo su poder debemos intentar sincronizarnos con ellos) está la decisión de convertirlos en vehículos, una decisión arriesgada y original (este título será inolvidable por ello), pero.. que no termina de convencer. En algunos casos -
Odin, Sheeva - la cosa está bien lograda, pero en otros
queda muy claro que se ha forzado el convertirse en vehículos, y no todas las invocaciones tendrían por qué haber respondido de manera similar.
Valorar la historia de un juego de rol es algo muy personal, y en este caso, mojándonos un poco tenemos que decir que
si bien la trama está bien desarrollada y encauzada - la linealidad de las 20 primeras horas de juego impide que el jugador pueda perderse - no es ni la mejor ni la más interesante de la franquicia, y lo mismo pasa con algunos de los héroes: están faltos de personalidad, de fondo. Afortunadamente siempre contaremos con alguno en nuestro equipo que nos llame, las tramas se van enlazando correctamente - por lo que si una no nos gusta, pronto estaremos intuyendo otra - y llegado a un punto podemos elegir se llega al
mapa abierto con misiones secundarias, el punto con más libertad para el jugador. Aquí podemos elegir si queremos seguir progresando y evolucionando a nuestros héroes y
exprimir a fondo las decenas de horas que esconde o si nos basta con potenciarlos lo suficiente como para hacer frente a la parte final del juego. Desde luego, es un cambio interesante tener ese mundo abierto - un cambio claramente influido por los MMO - y la libertad de explorarlo a nuestro gusto.
Cualquier entendido en J-RPGs (o juegos de rol japoneses) no tardará más de unos minutos en darse cuenta de que
los valores de producción de Final Fantasy XIII son altísimos: impresionantes modelados para los héroes (y todos los detalles que los acompañan, desde su pelo a sus accesorios), una animación brillante para ellos y los enemigos y, sobre todos los demás aspectos,
una vistosísima puesta en escena. El problema es que esa majestuosidad se paga; hay preciosos planos en la distancia, pero no podemos viajar a ellos, y al ser el mapeado tan lineal
este fallo queda demasiado patente. La ya comentada desaparición de las ciudades y tiendas (junto a los secundarios únicos de cada localización) tampoco ayuda a disimular el problema... Y en muchas zonas (especialmente al principio de la aventura) uno se puede sentir más espectador que protagonista. ¿Es entonces buscar el espectáculo un fallo? Bueno, hacerlo a costa de la inmersión del jugador nunca es un acierto.
La banda sonora, sin llegar al virtuosismo de otras entregas, es estupenda
y ambienta a las mil maravillas los momentos más emblemáticos del juego, al igual que los FX, que están muy logrados. El punto negativo del apartado lo ponen
las voces; a estas alturas resulta difícil explicar por qué un título de la talla de
Final Fantasy no viene doblado al castellano... Pero casi imposible de entender
como no hay opción de disfrutar del doblaje original japonés (ni como descarga adicional). Las voces americanas están bastante bien, pero ya hemos visto otros títulos mucho más modestos con doblaje dual, así que no entendemos en qué pensaban en Square Enix.