Hay muchos juegos en el mercado que han jugado con la gravedad de una u otra forma, y en Etherborn lo intentan (y consiguen) de una forma muy original que consigue engancharnos desde el primer minuto. Sus inicios son realmente sencillos sin necesidad de contar con ningún tutorial, y poco a poco vamos aprendiendo nuevas formas de lidiar con el escenario, pequeños saltos que podremos dar aunque estemos bocabajo, y originales maneras de llegar a un punto que parece que se puede tocar con los dedos pero que nos puede llevar a una muerte segura. Según la habilidad del jugador puede que encontremos algunas esferas brillantes difíciles de conseguir, pero una exploración exhaustiva de la zona nos llevará al camino adecuado, así que no tendremos demasiados problemas en finalizarlo.
Precisamente aquí es donde podemos encontrar el mayor problema del juego: Su duración. Ya sabemos que la calidad de un juego no está en su duración ni mucho menos, máxime cuando
estamos ante uno de esos juegos que perfectamente se puede considerar como una experiencia más allá de la meramente entretenida, que se podría comparar con otras como Journey por ejemplo (no en el género pero sí en su concepto). Se disfruta todo, desde su estética hasta su banda sonora pasando por su jugabilidad y original planteamiento. Eso sí, es difícil que nos lleve más de 4 horas (y si somos meramente hábiles, mucho menos), por lo que nos quedamos sin diversión muy pronto. Aún así, altamente recomendable.