Si Dying Light te gustó, encontrarás lo mismo, las mismas sensaciones y estilo de pruebas y misiones, pero en un entorno totalmente distinto como es a campo abierto (se acabó el poder huir pegando botes por las fachadas de los ediciones). Esto es lo que sí nos gusta de las expansiones, que nos permite jugar mucho más sin pagar una pasta por un juego original, ni esperar varios años a su secuela (que generalmente nos ofrece otra vez lo mismo). Podremos jugar en modo más difícil (si aún queremos eso), tendremos un buggy con el que se puede hacer virguerías (matar a zombis a mansalva, mejorar sus características técnicas para que corra más y sea más resistente, personalizarlo con pinchos para que se queden clavados los enemigos...), además de nuevas y potentes armas y algunos enemigos solo aptos para cuatro jugadores y con un enorme nivel de experiencia.
Nos gusta y mucho, incluso aunque sea difícil y a pesar de que la historia principal puede acabarse en unas ocho horas más o menos (hablamos de un DLC), pero hay que tener en cuenta que para acabarse todas las misiones secundarias que se nos encomiendan tardaremos perfectamente más de 20 (además de las 8), y si a eso añadimos los DLCs que ya teníamos y algunos modos de juego adicionales (como el Ser un zombi 2.0, donde cuatro jugadores conduciendo buggies se enfrentan a un quinto convertido en colérico) se convierten en una expansión digna.
Esta es la forma en la que deberían ser todos los DLCs.