A nivel visual,
Donkey Kong: Bananza puede sacar pecho y presumir de ser uno de los referentes visuales en el primer año de vida de Switch 2, con una puesta en escena brillante. El imaginativo diseño de niveles, las geniales animaciones de
DK y Pauline y el mundo lleno de vida son la carta de presentación del juego, pero todo sorprende mucho más cuando vemos las enormes posibilidades
destructivas que tenemos; podemos romper el suelo y movernos por debajo, lanzar rocas contra todo (y todos), trepar a zonas que parecen casi imposibles... Las posibilidades son muchísimas, y nos dejan jugar de diferentes maneras, más
plataformeras, más investigadoras y creativas. El único
pero que podemos poner aquí es el sistema de cámara, que puede resultar un poco confuso en ocasiones - especialmente, excavando en el subsuelo, y más si hay dos jugadores - y desluce un poco lo preciosista de los escenarios y localizaciones.
La banda sonora es un 10 directo, funciona
como un tiro e incluye la música en el desarrollo de la aventura, con tonadillas para las transformaciones de
Donkey y canciones de la joven
Pauline, cuya voz es un auténtica arma, y sus canciones muy pegadizas. Las melodías ambientales son también sobresalientes, y contar con el juego traducido al castellano un auténtico regalo para los fans.