La vuelta de
Dante al mundo del videojuego no ha estado exenta de polémica; desde que se vieron las primeras imágenes del relanzamiento de la saga a cargo de
Ninja Theory (Enslaved, Heavenly Sword) la comunidad de jugadores se dividió entre los que estaban intrigados por este
nuevo Dante rejuvenecido y los que se negaban de plano a aceptar el cambio... Que fueron tantos que
Capcom se vio obligada a declarar que este título está ambientado en un universo paralelo, haciendo pequeños cambios en la historia (ahora nuestro héroe es hijo de una ángel y el demonio Sparda, y un proscrito en todos los mundos). Nosotros, al margen de nuestros gustos personales, llevábamos meses
avanzándoos que hablamos de uno de los grandes títulos de 2013, y tras haber
quemado a fondo el título no podemos si no reafirmarnos en nuestra opinión.
Cambios estéticos y artísticos a un lado (en nuestra opinión, apartados muy logrados, los diseños del título son espectaculares), el punto más fuerte de
DMC: Devil May Cry es su apartado jugable.
Hablamos de uno de esos títulos que te engancha de principio a fin y en los que cuesta soltar el mando - la típica frase de
una fase más - gracias a un
excelente diseño de niveles, una estudiada progresión jugable y elementos que refrescan los combates cada poco tiempo. Conforme más vamos adentrándonos en este mundo y más vamos dominando el sistema
más y mejor nos recompensa el juego... Hasta que se acaba, y aquí aparece la primera
pega del título.
DMC puede terminarse perfectamente en 8 horas (o menos) en nuestra primera partida, y en un nivel de dificultad normal; en un juego de este género este no es un escollo insalvable, porque
la rejugabilidad es clave y tenemos un buen montón de niveles de dificultad alternativos para poner a prueba lo que hemos aprendido, junto con algunas misiones secretas y fases que podemos explorar más en profundidad... O el
Palacio Sangriento que llegará en breve - gratis - para sumar horas enfrentándonos a horda tras horda de enemigos. Pero claro, no todos los jugadores disfrutan de la misma forma de un título, y para los que vayan a dedicarle una sola partida la experiencia puede saber a poco (dado el precio del juego).
Por contra, entre los elementos más brillantes del título está
su intensidad, la capacidad para transmitir emoción al jugador y sorprenderlo cada pocas escenas de juego, y aquí hay que quitarse el sombrero ante el equipo creativo. Los cambios en el mundo normal, lo chocante que resulta el
Limbo, el
renacimiento de personajes muy conocidos por los fans, algunos de los jefes finales... El diseño es alucinante, y si hablasemos de una saga completamente nueva quizá muchos podrían ser más imparciales a la hora de disfrutar del juego.
El apartado gráfico responde a las mil maravillas, aunque limitando el ritmo de
la acción a 30 FPS; el resultado es muy sólido y regular, y aunque hay algún altibajo puntual (alguna textura pobretona, un efecto de iluminación menos conseguido...) en líneas generales se ha conseguido una experiencia sobresaliente explotando el
Unreal Engine (y demostrando lo que ha aprendido y progresado el equipo de desarrollo desde
Enslaved). Y si nos ha gustado el apartado gráfico
nos ha cautivado el sonoro, con un selección de temas que se adapta a la genial intensidad del juego, unos FX muy logrados y
doblaje al castellano (sin censura ninguna, porque este
Dante no se calla una) que redondea la experiencia. El único
pero aquí viene con las escenas cinemáticas, donde el doblaje no está bien sincronizado con las escenas faciales, aunque es un mal menor (y un pequeño precio a pagar).
Como conclusión, el relanzamiento de la saga
DMC: Devil May Cry se ha convertido en un ejemplo a seguir - como ya lo fue hace unos meses
Castlevania - para otras sagas clásicas; si le perdermos el miedo a las nuevas ideas y nos olvidamos de ideas preconcebidas vamos a disfrutar de un gran juego.