Antes de empezar con el análisis hay que dejar muy claro que
estamos ante mucho más que un simple recopilatorio:
Así,
The Dragon Knight Saga es un
combo, incluyendo el Divinity II: Ego Draconis con interesantes mejoras técnicas y jugables (especialmente brillantes en la versión para Xbox 360, más espectacular y con mejor interfaz), y
Flames of Vengance, la - imprescindible - continuación para todos los que ya jugamos a
Divinity II. Esta expansión sólo podrán conseguirla por separado los usuarios de
PC, como descarga digital (en la consola de Microsoft no existe esa opción).
Con más de 70 horas de juego el pack es una excelente inversión para los roleros que no pudieron jugar al título anterior, e incluso resulta intersante para los que ya lo tenemos
por sus mejoras y apurado precio. Eso sí,
no todo es perfecto, y esta vez el juego no nos llega doblado; de hecho el cambio de distribuidora ha hecho que
incluso Divinity II, que ya tenía voces españolas, sólo tenga opción de textos en castellano. Aunque el doblaje inglés es estupendo - más completo y ambicioso que el español - para muchos jugadores puede ser un
handicap importante, porque
uno de los mejores valores de Divinity es su historia y personajes, personajes que quedan muy matizados por su voz, su forma de hablar, su ironía... Algo que no van a poder disfrutar igual los que no tengan nociones del idioma de
Shakespeare.
Dejando a un lado el doblaje la única pega adicional de
Dragon Knight Saga es que se comparta ranura para salvar en ambos títulos, lo que fastidia la idea de experimentar y probar. El juego está rígidamente diseñado para que empecemos a jugar a
Divinity II y luego continuemos por
Flames of Vengance (o como mucho, que empecemos directamente la segunda aventura del
Caballero del Dragón).
Las mejoras técnicas son sutiles pero interesantes, y están especialmente centradas en el texturado, iluminación y efectos, aunque sigue habiendo fallos en apartados como las animaciones. De cualquier forma al jugador estándar le interesarán mucho más los valores jugables; uno de los fallos más peligrosos de
Divinity II era no elegir bien la profesión / subidas del personaje y que al final del juego avanzar fuera un infierno. Este punto negro está corregido en gran medida, ya que ahora hay nuevas habilidades que compensan las distintas clases, y al mismo tiempo
la dificultad está mucho mejor ajustada; completar el título nunca va a ser un paseo, pero se han eliminado y/o suavizado los
momentos calvario.
Como conclusión extendida
nos quedamos con muy buen sabor de boca ante un excelente RPG que, si bien no tiene el renombre de otras sagas, las supera en muchísimos aspectos: trama, personajes, variedad de situaciones, sistema de misiones... Si en
Larian Studios siguen puliendo la fórmula y consiguen un título más llamativo a nivel gráfico
Divinity III puede grabar con letras de oro su nombre en la historia del videojuego.