A nivel jugable
Dishonored 2 cuenta con una genial mecánica que nos permite afrontar los retos de diferentes maneras, utilizando el sigilo o luchando más abiertamente con los poderes especiales de
Emily y Corvo. El juego nos da una gran libertad, y aunque hay algún fallito puntual (especialmente con la IA enemiga) el resultado final es muy divertido, y da una convincente sensación de control, haciéndonos sentir cada vez más poderosos y
capaces de controlar cualquier situación. Además, poco a poco la inmersión se dispara, y nos vamos sintiendo cada vez más parte de un mundo vivo que reacciona a nuestras acciones.
Lo que no nos ha gustado tanto es
cómo se ajusta la curva de dificultad. La secuela no es demasiado compleja si ya hemos jugado al primer
Dishonored, pero es que encima la segunda mitad es mucho más sencilla que la primera. Una vez que llegamos a un nivel nos volvemos
demasiado poderosos para nuestros enemigos, y el juego deja de ser un reto...