A pesar de ser una expansión, al añadirla al juego original y meter nuevas opciones, un nuevo modo de subir nivel o de conseguir armas, cambiar el escenario en ciertas zonas para meter nuevas ubicaciones que explorar y donde tienen lugar ciertas misiones, meter a los nuevos enemigos (los poseídos) en escenarios antiguos y verlos luchar contra los enemigos que ya había en la zona, o ver cómo las nuevas misiones a las que tendremos que jugar añaden elementos de plataformas, o de exploración o de jugar casi en la oscuridad y luchar contra ciertos enemigos añadiendo nuevas mecánicas de juego. Todo esto hace que el juego haya dado un paso de gigante y se haya convertido en lo que tendría que haber sido Destiny. Como dijimos en el análisis original, Destiny 2 será lo que tenía que haber sido Destiny 1, pero
con El Rey de los Poseídos no ha hecho falta esperar a una segunda parte, ya que este DLC convierte el juego original en algo muchísimo mejor y que merece la pena ser jugado.