Con el paso de los años, la exitosa formula parece estar agotándose o los desarrolladores no dan con la tecla para reforzarla, así capítulo tras capítulo la saga ha ido perdiendo esa identidad única que la hizo famosa. Se ha ido simplificando en mecánicas, por ejemplo, la presión del tiempo límite para acabar las misiones es ahora prácticamente testimonial. Otro ejemplo es la necesidad de evitar la confrontación y buscar caminos alternativos ya no existe, Frank es una máquina de aniquilar zombis y se abre paso entre ellos como un cuchillo en la mantequilla. El rescate de supervivientes es ahora un evento simple y casi más molesto que divertido. Otra de las señas de identidad que también pierde peso en esta entrega es el enfrentamiento con los psicópatas, los cuales apenas aparecen y ni de lejos tienen el carisma que ofrecían en las anteriores entregas.
Las novedades de la entrega son la inclusión de supervivientes violentos que nos atacarán, un gestor de inventario de las armas con menús radiales y desaparecen los cuadrados que indican la vida por una barra numérica.
El elemento que más nos ha gustado como novedad es el exoesqueleto, que nos permite usar elementos pesados del escenario como armas. En lo que respecta al modo multijugador se ha incluido un buen modo cooperativo para 4 jugadores en el que debemos sobrevivir al paso de los días mientras realizamos misiones. Este modo sirve para compensar la eliminación de poder jugar al modo historia con un amigo. Con respecto a la fabricación de armas especiales, volvemos a tener un buen número de ellas, aunque algunas ya las vimos en el capítulo 3, además la fabricación de estas también se ha simplificado, ahora solo necesitamos el objeto de fabricación adecuado y un arma cualquiera del tipo indicado, así una espada de fuego solo necesita un bidón de gasolina y cualquier espada, no como en las anteriores entregas que la espada tenía que ser una concreta.