En los años 90 recuerdo jugar a un juego de Palace Software (ya no existe tal compañía) llamado Dragon\'s Breath en el que teníamos diferentes mecánicas de juego combinando shoot\'em up en 2D en las que controlamos a un dragón muy al estilo de otros clásicos como 1942 o cualquier otro shoot\'em up de máquina recreativa, con otras de estrategia y gestión en las que teníamos que cuidar huevos de dragón para hacerlos eclosionar y tener así nuestro propio ejército con el que, después, combatir en las fases de acción. Era en estas fases de acción en las que usábamos al dragón para arrasar ciudades y pueblos consiguiendo recursos y subyugando a sus habitantes, y con estos recursos los usábamos en nuestra máquina de alquimia para crear hechizos que mejorasen a nuestros dragones e hicieran eclosionar los huevos para tener un ejército de criaturas aún mayor y más temible.
Han pasado más de treinta años (qué viejo, por favor...) y aparece algo que, salvando muchísimo las distancias, parece seguir un camino muy similar a ese Aliento de Dragón con este Century: Age of Ashes, que parece una versión mucho más moderna y actualizada de lo que teníamos en su momento, mezclado con todo lo que debería haber sido Lair de PS3 y un acabado técnico de lujo. Aquí, en Century: Age of Ashes, no vamos a contar con huevos para tener a nuestros dragones sino con diferentes clases que podemos simplemente ir desbloqueando conforme vamos subiendo de nivel en el juego estilo PvP contra otros jugadores.
Century es un juego gratuito en la modalidad free-to-play, y la forma de financiación estará en la tienda del juego, en la que podemos comprar con dinero de juego pieles, huevos eclosionables, armaduras, armas y otros objetos para ser mejores en el campo de batalla, y dicho dinero se puede conseguir jugando o con dinero real. No sé por qué, pero de alguna forma me ha hecho recordar tanto a Lair de PS3 (o, mejor dicho, lo que tuvo que ser y que se quedó a medio camino), y el clásico de estrategia de Palace Software cuya caja original aún guardo con mucho cariño. Me habré levantado nostálgico hoy.