Los controles son muy sencillos. Tenemos salto, disparo y movimientos básicos, un botón para intercambiar de armas y otro para fijar a nuestro personaje y poder disparar entre diferentes ángulos sin movernos. Con esto y con las cuatro armas que tenemos a nuestra disposición tendremos que ir acabando con enemigos normales, semijefes y jefes finales con tan solo 5 vidas (7 en el nivel fácil) cada una de las cuatro misiones del juego. Afortunadamente, si hemos superado alguna de ellas (con lo difíciles que son) podremos pasar en nuestra próxima partida a la que queramos sin tener que repetirla.
Una de sus grandes bazas está en cada una de estas cuatro misiones que se hacen totalmente únicas gracias a la enorme variedad de estilos de juegos que encontramos. Escenarios que se deforman a nuestro paso, enormes enemigos finales y semifinales cada uno con su propio comportamiento, carreras en las que no solo los enemigos nos pueden matar sino un descuido por nuestra parte... Hay mucha variedad y quizás ahí hubiese estado el secreto de hacerlo más largo. Cualquier otra compañía hubiese aprovechado para mezclar estos elementos (si acaso con algún enemigo nuevo) para hacer nuevas fases, pero el trabajo manual en su creación ha hecho que los chicos de
JoyMasher se centrasen en la experiencia actual en lugar de intentar alargar sus posibilidades, creando muy buenas fases pero muy pocas. El juego, como ya hemos dicho, es extremadamente difícil por lo que esas dos horas de duración se van a convertir en otras muchas delante de la pantalla, pero nos hubiese gustado más.