Es difícil valorar
Balan Wonderworld por sí mismo sin entrar en comparaciones con sus hermanos mayores, ya que hay una clara herencia de
Sonic (hay un disfraz de
Guepardo Veloz que nos hizo sonreír), de
Billy Hatcher (algunos disfraces parecen sacados directamente de esta poco conocida entrega del Sonic Team para Gamecube), pero sobre todo de
Nights, tanto que no nos hubiera sorprendido lo más mínimo que
Balan al quitarse su gorro hubiera sido
Nights disfrazado... (Bueno, quizá nos hubiera sorprendido un poco, pero más que nada por tema derechos de autor). Pero más allá de todo eso, hay que reconocer que, tras terminar la aventura, este mundo imaginativo, fantástico y rebosante de color se ha ganado su huequito en nuestros corazones por derecho propio.
Además, y pese a sus muchos valores de producción y original - y valiente - puesta en escena, el juego parte de un problema con su público potencial que le pone las cosas un tanto complicadas; por su estética y planteamiento de algunos niveles parece demasiado infantil y
buenrrollista, mientras que determinados puzles y desafíos muestran que su planteamiento es más adulto de lo que podría parecer, lo que lo deja un poco en tierra de nadie. Es difícil conseguir el equilibrio que
Nintendo ha logrado con la saga
Mario...