En la mecánica de juego de
Ary and the Secret of Seasons hay que destacar una equilibrada mezcla de plataformas, combate en tiempo real y exploración/puzles que nos recuerda a la época dorada del género, cuando empezaron a crearse imaginativos mundos 3D en los 32 bits. Hay que quitarse el sombrero ante la ambición y valor de los chicos de
Fishing Cactus, y aunque no se ha conseguido que todos los apartados del juego estén al mismo nivel, en general la experiencia funciona bastante bien.
Para nuestro gusto, el aspecto más flojo ha sido el sistema de combate, que es un tanto simplón, y que podía haberse beneficiado más (y mejor) de los poderes sobre las estaciones que tiene nuestra protagonista, siendo el aspecto más
soso. Las plataformas funcionan mejor, pese a algunos momentos de caos puntual con la cámara (que puede ser un enemigo más), y nos dejan acceder a un mundo imaginativo y plenamente explorable. Y sin duda, lo mejor es la puesta en escena y creación de este mundo interconectado y basado en las estaciones, bastante imaginativo y refrescante en el desarrollo, que además va cambiando y transformando sus escenarios en tiempo real gracias a nuestros poderes. Congelar cosas, hacer crecer las plantas, derretir obstáculos con el viento cálido o dejar que el agua lo inunde todo es clave para avanzar.