Horas y horas de diversión asegurada con las posibilidades casi infinitas del juego, sobre todo si podemos jugar on-line y/o con un amigo. 10
Y la deducción que parece inmediata es: si no es muy jugable, no puede ser adictivo... Pues nos equivocaríamos de pleno.
El punto más fuerte de
Animal Crossing (y en especial de este Wild World) es es su
capacidad para enganchar al jugador. ¿Y cómo...?
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Primero, por los vecinos; el estupendo trabajo hecho con ellos y su inteligencia artificial asegura sorpresas y muchísima diversión. Nos piden favores, se enfadan con nosotros si metemos la pata, nos contestan las cartas que les mandemos (y de vez en cuando mandan ellos por su propia iniciativa), incluso se van si pasamos de ellos (aunque siempre vienen vecinos nuevos para sustituirlos). Las primeras semanas con el juego son geniales, y aunque luego se acaban repitiendo muchas situaciones, tardaremos muchísimo en cansarnos de los casi 150 vecinos que pueden vivir en nuestro pueblo.
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Segundo, por la cantidad de cosas que podemos hacer en el juego: pescar, cazar bichos, buscar fósiles, diseñar ropa (con la táctil funciona de miedo), plantar (y recoger) fruta, buscar objetos, crear constelaciones, ayudar a completar el museo, invertir en el mercado de los nabos... Tenemos garantizadas horas y horas de juego con cada una de las actividades.
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Tercero, por las posibilidades (y el entretenimiento) que da la decoración de nuestra casa; mobiliario, alfombras, paredes... Hay centenares de objetos para coleccionar, y nuestra casa puede sufrir hasta 5 ampliaciones (pasando a tener 4 cuartos distintos); eso sí, prepararos para conseguir millones de ?bells? (la moneda del juego), lo que pueden ser meses de juego.
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Cuarto, por los eventos especiales: como el juego transcurre en tiempo real, el cambio de estaciones nos dará acceso a nuevas actividades ?propias? de cada fecha: hacer muñecos de nieve en invierno, concursos de flores en primavera o de pesca en verano, y de captura de bichos en otoño. En determinadas fechas especiales podremos participar en eventos muy divertidos: un mercadillo, el ?día de los inocentes?...
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Y por último (y lo que realmente ?engancha? de esta entrega), el modo online (o DS-DS), que nos permite visitar distintos pueblos. Este punto dispara las horas de juego y las posibilidades para el mismo; una vez añadamos a nuestros amigos (con un código, como en el
Mario Kart ), hasta 4 personajes podrán darse cita en un pueblo que tenga las puertas abiertas. Eso sí, aquí no podemos ?visitar al azar?, tendremos que tener códigos de amigo para ir a cualquier pueblo vía online (y que ellos nos tengan a nosotros).
Hemos podido probar distintas posibilidades del sistema online, y el resultado es genial: podemos intercambiar objetos, organizar divertidos concursos entre nuestros amigos (pedir que alguien lleve algo a tu pueblo: peces, bichos, fruta...), hacer una ?búsqueda del tesoro? (podemos enterrar cosas)... vuestra imaginación es el límite. Además, la idea de visitar distintos pueblos (todos son distintos, porque el escenario se genera de forma aleatoria, y cada uno cuenta con unos vecinos) es más que divertida; incluso podremos conversar con otros vecinos, que luego nos escribirán... ¡¡ e incluso pueden venirse a nuestro pueblo, si le caemos muy bien !! El único fallito que hemos encontrado (y es comprensible) es que si encontramos un vecino que haya estado en nuestro pueblo, nos habrá olvidado... Da un poco de pena, pero en cuestiones de memoria, es inevitable.
Sumad a todo eso que
hasta 4 jugadores pueden ?convivir? en el mismo pueblo en un cartucho (compartiendo gastos y casa y jugando por turnos), y que hay mini-jugos para multijugador por Wi-Fi y tendréis uno de los títulos más completos en posibilidades de la DS.