Análisis Alone in the Dark - En la mansión Derceto viajamos del terror al suspense

Terminar el nuevo Alone in the Dark nos llevará en torno a las 6-8 horas de juego en nuestra primera partida, mientras descubrimos los recovecos de Derceto y la intrincada historia con cualquiera de los dos personajes. Una vez terminado, y para conseguir exprimir al máximo la aventura tenemos la opción de una segunda vuelta con el otro personaje, lo que presentará algunas tramas y secuencias diferentes, siendo muy recomendable hacerlo... Sin embargo, hay que destacar que las partes jugables, lo más flojo del título, son idénticas, y ya se ha agotado casi completamente el factor sorpresa.

Un punto interesante es la presencia de items ocultos, que tenemos que agrupar en conjuntos de 3, y que si conseguimos desbloqueará determinadas mejoras o extras; hay algunas realmente interesantes (como un arma adicional, la escopeta), y aunque otras no pasan de pequeñas curiosidades, son un aliciente para explorar a fondo cada escenario, enfrentarnos a más enemigos y disfrutar de la experiencia. También es un acierto la idea de permitirnos ajustar la dificultad y el estilo de juego a nuestra forma favorita de enfrentarnos a los survival horror; tenemos más peso (o menos) para los puzles y combates, desde una interfaz clásica sin pistas a otra que prácticamente nos va indicando cada paso a seguir y cómo solucionar cada puzle.

Sin duda, el punto más débil de Alone in the Dark es la mecánica de juego base, especialmente el sistema de combate. Concebido como un survival horror con munición muy limitada y en el que prima el sigilo (o el uso de armas secundarias en el escenario), el combate directo contra enemigos es muy poco satisfactorio; no acusan nuestros golpes, el uso de un arma a distancia es mejor que el uso de la pistola (o incluso la escopeta) pese a lo limitado de las balas, y hay momentos de autentica escasez de vida o munición en contraposición a otros en los que sobra. El resultado final es bastante frustrante, sobre todo porque lastra la exploración y nos quita las ganas de descubrir más sobre los misterios del juego o zonas más ocultas en los escenarios... De hecho, muchas veces es mejor dejarse matar y tener localizado a los enemigos para volver a ellos y perder el mínimo de recursos en eliminarlos (o evitarlos directamente).

Por contra, la otra mitad - y lo que salva realmente el resultado final - es la parte de investigación y puzles. Gracias a la aparición de nuevas herramientas y llaves iremos ganando acceso a distintas partes de Derceto, y resolviendo diferentes enigmas (que están muy bien marcados en el mapa, que incluso nos avisa si podemos resolverlos o no). Los puzles del juego están muy elaborados, huyen del simple pulsar un botón o llevar un objeto, y nos obligan a leer documentos, mirar distintos elementos... en resumen, pensar un poco. La parte gris en estos también es que se repiten determinadas mecánicas, y la sorpresa e interés del principio se va perdiendo.

Sin duda, el punto más fuerte del nuevo Alone in the Dark es la concepción de su reinicio, buscando un equilibrio entre el clásico y los survival horror actuales. Así, tenemos un punto de partida fiel a las raíces del original, la reimaginación de los dos héroes clásicos - el duro detective privado Edward Carnby o la interesante Emily Hartwood, institutriz gracias a la cual comienza la historia - y la vuelta a la mansión Derceto, esta vez convertida en hospital psiquiátrico. Desde allí viajaremos a distintas localizaciones, nos enfrentaremos a enemigos creados por fuerzas oscuras y el poder del vudú, y trataremos de resolver un intrincado misterio.

Desgraciadamente no todo es perfecto en este reboot; la historia es un tanto enrevesada (especialmente si empezamos jugando con Edward), los enemigos no tienen especial peso ni importancia (ni reacción creíble por parte de los protagonistas), y se abusa de una narrativa a través de textos, con pocos personajes con los que interactuar. El resultado final intenta ser intrigante y muy oscuro (y hay algunos momentos realmente geniales), pero no logra coronar y determinadas tramas potentes se van diluyendo en gran parte de la aventura. Lo que sí nos ha gustado mucho es la idea de mantener la acción dividida entre los dos personajes, ya que aunque la mayoría de la experiencia es idéntica, hay algunas diferencias realmente importantes, y así se dispara la rejugabilidad.

A nivel visual, Alone in the Dark es un título con altibajos visuales importantes. Hay una gran captura facial y de movimientos de los protagonistas, pero por contra los personajes secundarios están a un nivel mucho más bajo. Tenemos una gran puesta en escena artística y escenarios muy bonitos, además de un estupendo diseño para la mansión y sus distintas áreas, pero luego hay momentos muy confusos de la cámara o problemas visuales puntuales - como la iluminación - que los empañan. Los enemigos son, sin duda, de lo peor del juego: diseño genérico, poca variedad, cero capacidad de asustar, IA nula... Compensando un poco el flojísimo sistema de batalla. Es una pena, porque puliendo un poco más algunos aspectos podría haberse llegado al sobresaliente.

El apartado sonoro es mejor en líneas generales, y aunque las composiciones de Jason Köhnen y Árni Bergur Zoëga no llegan a brillar en ningún momento sí que ambientan correctamente las distintas etapas del juego; donde pincha el apartado del audio es en los efectos y las voces de enemigos, demasiado blandas y poco inspiradas. El doblaje de los personajes sí está a un gran nivel gracias al trabajo de Jodie Comer y, especialmente, de David Harbour; nosotros lo disfrutaremos en inglés y con textos en castellano.