A nivel visual,
God of War: Ragnarok es simplemente alucinante, un portento que exprime de una forma increíble el hardware de PS4 y le saca un sorprendente rendimiento, siendo uno de los techos gráficos de la consola, consiguiendo 1080P y 30FPS estables en todo momento, algo sorprendente (especialmente en zonas abiertas o en algunos de los jefes). Además, no se olvida de los usuarios de PS4 Pro, con un modo
fidelidad que va a 1440P-1656P a 30FPS sólidos, y una segunda opción de resolución variable para ir entre los 30 y 50FPS. PS5 permite todavía más nivel de detalle y mucho mayor redimiento, contando también con dos modos, un 4K a 30FPS o una resolución variable entre 1440P y los 2160P buscando siempre los 60 FPS estables; incluso tenemos soporte para aquellos con teles con HDMI 2.1 con el
modo alta frecuencia de fotogramas. En nuestra experiencia el resultado con resolución variable ha sido la mejor elección, ya que el título se las arregla para mantenerse siempre a la mayor suavidad y sorprendernos - y asombrarnos - en cada nueva zona. Los detalles en los modelados, la iluminación y reflejos, la física... todo alcanza un nivel francamente sobresaliente y, en ocasiones, apabullante.
El apartado sonoro es igualmente brillante, con una música que no solo ambienta a la perfección cada una de las escenas, desde las más que cinematográficas conversaciones a las inolvidables batallas contra monstruos o parte del panteón, bien merece escucharse como una banda sonora independiente por la enorme calidad de las composiciones de Bear McCreary (responsable de la BSO del anterior
God of War, además de series como
BattleStar Galactica,
Da Vinci's Demons,
Agents of S.H.I.E.L.D. o el reciente
Señor de los Anillos). El doblaje al castellano sigue siendo impresionante y una prueba del buen hacer del equipo de localización española, y estamos ante uno de los títulos más accesibles de la consola de
Sony.