La experiencia general jugando a
Ghost of Tsushima ha tenido sus altibajos, comenzando con frustración durante las primeras horas y finalizando totalmente maravillado por el resultado final. Son muchos los elementos que contribuyen a estos altibajos como el sistema de combate, que tengo que reconocer que me encanta después de haberle dedicado casi 60 horas al juego (dura menos, pero quería tener el máximo porcentaje posible), aunque las primeras 2-3 horas era mucho más fácil morir que finalizar un combate con éxito, y eso que el modo de dificultad era medio (de los cuatro que tiene). Obviamente, la proporción es mínima de horas frustradas contra disfrutadas, pero el problema para cualquier jugador puede ser aburrirse y abandonar antes de la cuenta por culpa de que el juego no cuenta un tutorial de combate más elaborado y, además, no cuente con opciones adicionales como que la cámara siga a los enemigos en lugar de hacerlo a nuestro personaje en todo momento, perdiendo de vista a estos y no saber quién te ataca ni cuándo.
En cuanto a su desarrollo, Ghost of Tsushima es muy divertido en muchos momentos, y el mundo abierto está muy bien llevado con diferentes tipos de misiones, enfrentamientos, y estilos de juego diferentes que se mezclan con la filosofía y forma de pensar del Japón más tradicional y que nos lleva a meternos de lleno en un mundo no muy conocido por el gran público. El hacer un juego de mundo abierto que tiene tanta libertad (no completa pero sí mucha) tiene también sus problemas además de ventajas, y es que mucho tiempo lo pasaremos explorando territorio vacío a lomos de nuestro caballo mientras vamos de una ubicación a otra. El terreno es precioso y siempre hay algo que hacer de un punto a otro, enfrentamientos, puestos que conquistar o coleccionables que recopilar, pero las misiones principales están tan alejadas entre sí que se pasa mucho tiempo cabalgando sin más que hacer. Aún así
no suele resultar aburrido para nada por este motivo, y es curioso porque durante la primera parte de la aventura el viaje es mucho más random que durante la segunda o la tercera, que está mucho más guiado, y es como si los desarrolladores hubiesen querido hacer un juego mucho más abierto al comienzo y más guiado a la mitad y final, y resulta más divertido en estas dos partes que al principio, donde parece que pasamos más tiempo limpiando el mapa de la denominada niebla de guerra (haciendo visible el mapa).
La sensación que se tiene al principio del juego es la de estar ante un juego difícil, con una historia bastante vaga que nos da igual de seguir porque no hay profundidad ni en ella ni en sus personajes, y que además cuenta con un sistema de combate complejo con demasiadas opciones, y sin embargo, estas sensaciones se van mitigando poco a poco conforme se aprenden las mecánicas, se conocen un poco más a los personajes y se averigua cuál es la mejor forma de lidiar con misiones, exploración y el resto de sistemas, por lo que
es mucho más fácil disfrutar de la aventura cuando hemos terminado su primera parte. En cuanto a su duración, como decía, personalmente para mi fueron casi 60 horas de juego, aunque si vas a las misiones principales y a algunas de las secundarias necesarias para poder seguir la trama,
su duración pueden ser entre 30 y 40 horas, por lo que es un juego no demasiado largo para ser de mundo abierto y lo suficiente como para hacer disfrutar a casi cualquiera a los que guste el género.